Hace algunos días mi hermana cumplió años y aunque no tengo experiencia en temas de repostería, me animé a hacerle unos cupcakes de chocolate. Al principio no creí que quedarían como las fotografías que vi en internet, sin embargo, el resultado final me dejó muy complacida. Para realizar esta receta necesitamos ingredientes muy básicos que por lo general, encontramos en la alacena de nuestra casa. No te preocupes si no has preparado cupcakes o pasteles en otras ocasiones, realmente no es necesario ser un experto para hacer estos deliciosos cupcakes de chocolate. Su textura esponjosa y el rico sabor a chocolate dulce me recuerdan a una torta que hacía mi abuela hace muchos años atrás. Quiero compartir mi aprendizaje con la comunidad de Goletrax y lograr que todos sean capaces de elaborar cupcakes caseros de chocolate. Ingredientes:Como dije anteriormente, esta receta no requiere de ingredientes exóticos ni nada parecido, se trata de ingredientes comunes que podemos encontrar en la cocina de nuestra casa. • ½ taza de mantequilla a temperatura normal• 1 taza de agua caliente• 1 1/3 tazas de harina de trigo • ½ taza de cacao • 1 cucharadita de polvo para hornear • ½ cucharadita de bicarbonato de sodio • 1 taza de azúcar morena• 2 huevos• 2 cucharaditas de vainilla• 1 pizca de sal• Chispas de chocolate para adornarLa preparación es muy básica y estoy segura que se divertirán mucho. Para realizar estos cupcakes necesitamos una batidora, un bol para batir, una paleta de madera y capacillos para cupcakes del tamaño de la bandeja.Para empezar, debemos asegurarnos de precalentar el horno a 180°C. Agregamos el cacao al agua caliente y comenzamos a mezclar con la paleta de madera hasta que obtengamos una mezcla homogénea, dejándolo a un lado mientras se atempera.A continuación, hacemos la unión del bicarbonato, la sal, la harina y el polvo para hornear, asegurándonos de tamizar la mezcla. Luego, batimos la mantequilla durante un minuto y comenzamos a agregar el azúcar poco a poco. Es momento de agregar los huevos y la vainilla. En este punto de la preparación debemos agregar la mezcla de la harina a la mantequilla, asegurándonos de tamizarla bien para evitar los grumos. Una vez que tengamos todo esto incorporado, agregamos la mezcla del cacao y batimos hasta que se haya unido todo de manera uniforme. Ya casi será el momento de meter nuestros cupcakes al horno, pero primero debemos colocarle las chispas de chocolate a la mezcla. Una vez que tengamos los capacillos en la bandeja para cupcakes debemos empezar a llenarlos, midiendo un poco por encima de la mitad del capacillo. Ha llegado el momento final: hornear los cupcakes de 15 a 20 minutos a unos 180°C. Para comprobar que están listos, podemos introducir un palito de madera en la mitad de uno de los capacillos, observando si sale húmedo de mezcla cruda o si ya está cocido por dentro. Un buen consejo: enharinen las chispas de chocolate antes de colocarlas en la mezcla, esto evitaran que se hundan o si derritan del todo con el calor y recuerda no abrir el horno durante la cocción de los cupcakes. El resultado final serán unos cupcakes suaves y ricos, que puedes decorar con chocolate derretido. Espero que te haya sido útil esta receta y que como yo, te animes a intentarlo. 

Después de horas y horas recorriendo un polvoriento y caluroso camino, desde la carretera pudimos apreciar un asentado de chozas y curiosas estructuras de un pequeño poblado Mursi. Desde hacía mucho tiempo, tenía la incesante curiosidad por conocer a esta famosa tribu africana, un referente obligatorio cuando se hablaba de las culturas más fascinantes del planeta. Fue en el año 97, yo era una joven estudiante de antropología que no se conformaba con leer gruesos libros y mirar fotografías lejanas. Yo necesitaba conocer por mano propia, aunque no sabía ni qué esperar la mayoría de las veces.Podría escribir todo un libro tan solo para explicar cómo fue que pude llegar a Etiopía, pero por ahora quisiera centrarme en el verdadero traspié: la realidad destrozando a mis expectativas, que como dije, ya ni recuerdo cuáles eran. El conductor del Jeep que realizó nuestro traslado hasta la zona donde se encontraban los Mursi, me comentó que debía “quitarme el brassiere para conocerlos”. Yo era la única mujer en el grupo de turistas y la “recomendación” de este sujeto me pareció fuera de lugar y bastante incómoda, de ninguna forma lo haría. Le arrojé una mirada fulminante y continué mirando por la ventana, ignorando todo lo que decía…No sé por qué pensé que los Mursi actuarían como un gato al vernos, observando desde lejos y acercándose con curiosidad, poco a poco. En lugar de eso, se aproximaron a mí y comenzaron a tomarme las muñecas, a tocarme el cuello, la espalda, como buscando algo. De pronto, me estrujaron las manos para quitarme el reloj, rompieron el collar del medallón que portaba tan orgullosa en mi cuello y un hombre Mursi comenzó a tirar del broche de mi brassiere de forma agresiva hasta que logró zafarlo.Una vez suelto, comenzó a halarlo y en un segundo, quedé semi-desnuda en medio de toda esa gente. Y digo “semi-desnuda” porque la blusa de algodón que me había puesto esa mañana para sobrellevar el intenso calor era bastante transparente, estoy segura que todos podían ver mis asimétricos pezones. Avergonzada, intenté descifrar qué había pasado y vi al hombre Mursi, evidentemente feliz por haber obtenido mi brassiere, lo estiraba y lo miraba con fascinación. De pronto, lo amarró en su cabeza y su felicidad en ese punto parecía desbordante. Yo estaba atónita. Los demás Mursi, se pelearon y empujaron para quedarse con mi reloj y con el costoso medallón que me habían quitado. De pronto miré al chofer del Jeep y me hizo un gesto como diciendo: "esto es así, yo te lo dije”. Me sentí mucho más avergonzada y estúpida. Para sobrellevar el momento, decidí tomar algunas fotografías del lugar. Entonces otros Mursi se acercaron a mí para pedirme que los fotografiara, o eso fue lo que pude entender. Esta vez, el conductor del Jeep me dijo: “después de tomar la foto, tienes que pagar, espero que hayas traído suficientes Birr”. En efecto. Apenas tomé la foto los Mursi me cobraron, empujándome, señalándome, apuntándome con una especie de lanza. De hecho, tuve que tomar como 12 fotografías y pagar por todas ellas para que quedaran satisfechos y se fueran. Me quedé sin dinero. Tendríamos apenas 45 minutos en ese lugar cuando el conductor nos llamó porque era hora de regresar. ─¡Ya casi es mediodía, vamos, pronto! ¡No quieren quedarse aquí cuando los Mursi estén borrachos! ─exclamó. Entonces volvió a acercarse a mí y me dijo: “con el dinero que te cobraron, podrían embriagarse tres días seguidos”. Eso fue todo. Decepcionada, endeudada y confundida, regresé a mi raro país. Y les conté a todos que había sido fascinante, la mejor experiencia de mi vida, la más gratificante. Sostendré esa versión hasta el día de mi muerte.

After hours and hours on a dusty and hot road, from the road we could see a settlement of huts and curious structures of a small Mursi town.For a long time, I had the incessant curiosity to know this famous African tribe, a mandatory reference when talking about the most fascinating cultures on the planet. It was in the year 97, I was a young anthropology student who wasn’t satisfied with reading thick books and looking at distant photographs. I needed to know by my own hand, although I didn’t know what to expect most of the time.I could write a whole book just to explain how I was able to get to Ethiopia, but for now I would like to focus on the true setback: reality destroying my expectations, which, as I said, I don’t even remember what they were.The driver of the Jeep who made our transfer to the area where the Mursi were, told me that I should "take off my brassiere to meet them". I was the only woman in the group of tourists and the "recommendation" of this subject seemed out of place and quite uncomfortable, in no way I would. I gave him a withering look and continued looking out the window, ignoring everything he said...I don’t know why I thought the Mursi would act like a cat when they saw us, watching from afar and approaching with curiosity, little by little. Instead, they approached me and began to take my wrists, to touch my neck, my back, as if looking for something. Suddenly, they squeezed my hands to take off my watch, broke the necklace of the medallion that was so proud on my neck and a man Mursi began to pull the clasp of my brassiere aggressively until he managed to get it out.Once loose, began to pull and in a second, I was semi-naked in the middle of all those people. And I say "semi-naked" because the cotton blouse that I wore that morning to cope with the intense heat was quite transparent, I'm sure everyone could see my asymmetrical nipples.Embarrassed, I tried to decipher what had happened and saw the man Mursi, evidently happy to have obtained my brassiere, stretched it and looked at it with fascination. Suddenly, he tied it in his head and his happiness at that point seemed overflowing. I was stunned.The other Mursi, they fought and pushed to keep my watch and the expensive medallion that had been taken from me. Suddenly I looked at the driver of the Jeep and he made me a gesture saying, "This is so, I told you so." I felt much more ashamed and stupid.To cope with the moment, I decided to take some pictures of the place. Then other Mursi approached me to ask me to photograph them, or that was what I could understand. This time, the Jeep driver told me: "after taking the picture, you have to pay, I hope you brought enough Birr".Indeed. As soon as I took the photo the Mursi charged me, pushing me, pointing at me with a spear. In fact, I had to take as many as 12 pictures and pay for all of them so that they would be satisfied and leave.I'm out of money.We would have just 45 minutes in that place when the driver called us because it was time to return.—"It's almost noon, come on, soon! You don’t want to stay here when the Mursi are drunk! —He exclaimed.Then he came back to me and said: "With the money they charged you, they could get drunk three days in a row."That was it. Disappointed, in debt and confused, I returned to my strange country. And I told everyone that it had been fascinating, the best experience of my life, the most rewarding.I will hold that version until the day of my death.