@Edgar_Santiago
Oct 23, 2019 Chapter 1
Hace ya más de 500 años comenzó un movimiento que lo cambió todo en la Iglesia, conmovió el mundo y volvió a hacer realidad un versículo del libro los Hechos de los Apóstoles: "los que trastornan al mundo han llegado a este lugar".
Después de cinco siglos, una horrible persecución y muchas vidas derramadas; seguimos experimentando los efectos de este cisma en la historia universal y en la Iglesia llamada: Reforma.
Iniciada por Lutero, y que siguieron otros valientes, transformó el mundo y nos regaló la libertad de leer la Palabra de Dios.
No es de extrañar entonces que 500 años después, la misma Iglesia que resurgió de las cenizas, hoy esté renovándose una vez más y esté comenzando a ser parte de la vida social y cultural del mundo. Parece que una vez más, quiere trastornar el mundo.
Y es que con los niveles tan bajos de moral, principios y valores a los que ha llegado la sociedad “moderna”, el grito de volver a los principios divinos y hablar la verdad objetiva de la Biblia, de seguro hará que muchos sientan que están a punto de echar a perder su estilo de vida. Y es increíble que esta sociedad haya caído al grado de tener que aplaudir las aberraciones y las mentiras.
Desde hace ya varios años que empecé a escuchar y ver las señales, en ocasiones muy sutiles, de parte de Dios. Lo he escuchado en todas partes y de todas las maneras posibles. Ha sido un mensaje codificado y había que estar muy atento a todas las señales en el camino para lograr descifrarlo.
Predicadores, pastores, evangelistas, profetas verdaderos, y aún las reuniones dominicales parecían estar plagadas de lo que ahora es muy evidente entre muchos grupos cristianos: Dios está por reformar la Iglesia una vez más.
Podríamos pararnos en las palabras del apóstol Pablo quien afirmó que: “Cristo vendría por una Iglesia sin mancha y sin arruga”. Así que, si Dios está por derramar un vino nuevo, se necesita desechar los odres viejos. Es decir, toda esa mentalidad tradicionalista que por siglos se ha mantenido dentro de la Iglesia y que no ha sido plan de Dios que continúe de esa manera.
Ya en sus días de Apóstol, Pablo escribe a la Iglesia de Colosas que se cuide de las “huecas sutilezas según las tradiciones de los hombres y no según Cristo”. En otras palabras, se refería a las enseñanzas sutilmente engañosas de ciertos falsos maestros que competían con él, y otros apóstoles, para ganar más adeptos a sus sectas.
Sin embargo, a la distancia (muy privilegiada, por cierto) se ha podido comprobar que esta advertencia del apóstol también se puede, y se debe, aplicar a las huecas y sutiles ideas religiosas (o pseudoespirituales) que plagan hoy en día en la Iglesia global de Cristo, y que evidentemente son el resultado de las tradiciones humanas repetidas por herencia cultural generación tras generación y no de las enseñanzas del Salvador.
¡Cómo resuenan hoy esas advertencias por todas partes! Quienes con ligereza han ignorado convertir tradiciones en doctrinas, generalmente han caído en la creación de una secta apartada cada vez más del fundamento y esencia del Evangelio de Cristo. En el mejor de los casos, solo han derivado en una religión ritualista que cumple con ciertos requisitos, bíblicos o no, para rendir culto a Dios, pero sin producir ningún cambio significante en la vida de sus fieles; ni compromiso, ni conocimiento de Dios.
¡Cuántas tradiciones hoy pretenden ser doctrinas en nuestras congregaciones! Sutiles, casi invisibles. Razón por la cual los Salmos declaran: ¿Quién podrá entender sus propios errores? Líbrame de los que me son ocultos.
Por defender sus tradiciones basadas en conjeturas y creencias humanas, los fariseos estuvieron dispuestos a matar a Jesús. Le echaron de la sinagoga y rechazaron sus enseñanzas porque iban en contra de sus tradiciones, aquellas que les habían heredado los ancianos.
Me da cierto temor pensar que, tal vez, hayamos echado a Jesús de nuestras congregaciones, nuestros programas y de aun nuestra propia vida, por seguir y proteger más nuestras tradiciones, que escucharlo decir que cosas hay que reformar. Y lo más seguro es que haya cosas en nuestra vida cristiana que deban ser pulverizadas y vueltas a formar.
Hay algunas preguntas que me gustaría formular a lo largo de este ensayo, y espero que podamos desvelar alguna luz a todas ellas de acuerdo a lo que Dios tiene preparado para Su Iglesia en los próximos años. Para empezar, le dejo con la siguiente pregunta para ayudar a triturar nuestra mentalidad religiosa tradicionalista:
Lo que hoy cree como cristiano… ¿Lo cree porque se lo mostró el Espíritu Santo en las Escrituras, o porque alguien más se lo enseñó?
Dios es un Dios dinámico, renovador, creador y re-creador. Aunque en su esencia más pura él nunca cambia, sí parece estar muy interesado en que nosotros renovemos nuestro pensamiento. Que cambiemos.
Afirmar que Dios nunca cambia, sin entender el contexto, es casi afirmar que Dios no puede ser más creativo de lo que ya fue al crear el universo. Es como limitar a Dios a solo tener la creatividad finita, e insinuar al mismo tiempo que no es todopoderoso, ni omnisciente; atributos que son inalienables a él y a su propia naturaleza.
Así, la religión nos ha separado de la libertad natural para buscar y acercarnos al Dios eterno que nos buscó y amó primero. Y es mi intención, en este ensayo reflexivo, hacer una crítica constructiva de lo que hasta ahora ha sido la Iglesia moderna a la luz de la Biblia, y cuánto hemos convertido el Evangelio en religión y cuánto del mismo hemos realmente vivido y establecido como Reino de Dios.
¡Jesucristo no enseñó una religión! Él enseñó lo que es VIVIR en el reino de los cielos. Hay mucha gente que cree en Dios, en el Evangelio o en Cristo, pero no está dispuesto a poner en práctica lo que él enseñó. Por lo menos a intentarlo.
La parte fácil es creer lo que Dios dice, lo realmente difícil es HACERLO. El solo creer y no practicar lo que Cristo enseñó equivale a una RELIGIÓN mística. Creer y practicar lo que Jesús enseñó, es ser realmente espiritual y vivir en el REINO de Dios.
Hace poco volví a escuchar un mensaje de un famoso predicador adelantado a su tiempo. Su mensaje parece tan actual que, a pesar de tener ya mas de 15 años, sigue resonando como un eco de lo que hace mucho tiempo Dios quiere hacernos entender: ¡Necesitamos otra Reforma!
“Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo.”
Colosenses 2.8 (RV60)
¡Ojo! No permitan a nadie usar la filosofía humana para ganarse su confianza y tomar control de ustedes. No se dejen engañar por gente que viene con ideas falsas que no significan nada. Esas ideas vienen de los poderes espirituales del mundo y de las tradiciones de los hombres, no vienen de Cristo.
Colosenses 2.8 (PDT)
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