En el reino de Normandia, los subditos del rey Ruthmer se reunian en la plaza central a la espera del anuncio tan esperado que el rey iba a dar. Todos los Normandinos estaban atentos, esperando a que el rey saliera del enorme castillo y diese su gran noticia, la cual habia sido anunciada los dias anteriores.Cuando al parecer todo el pueblo ya se encontraba reunido, el rey salió y todos guardaron silencio.-Mis adorados Normandinos, estan aquí reunidos para recibir la mejor de las noticias- la reina Tatiana salió del castillo y se puso al lado de su marido con mantas en manos, se las paso a su esposo y el las elevó, mostrandola a su reino- Ella es Pandora Miracu, princesa de Normandia.Todos ante la emoción, gritaron y saltaron ante la llegada de la pequeña princesa. El rey pidió a todo el reino que asistiera a la gran fiesta de esa misma noche para celebrar la llegada de la niña, al instante todos se fueron a sus casas a prepararse para la gran velada.

La historia que me encontré va en contra de todo lo que conocía como la verdadera historia, en la biblia se narran muchas cosas pero se omiten muchas mas, el sagrado libro nos cuenta una pequeña parte de lo que fueron los hechos, en ocasiones parece que no contara nada. El libro y su contenido a sido seleccionado a través del tiempo, sufriendo cambios, traducciones y alteraciones pero todo el contenido salio de un lugar; estoy hablando del tiempo antes del nuevo testamento, es decir cuando todos los libros no eran mas que textos ocultos y perdidos. ¿Cómo iba hacer posible que el mismo diablo fuese aliado de Dios? ¿cómo era posible que los ángeles capaces de matar y decidir él destino de una persona? ¿qué pasaría con él pueblo si el predominante patriarcado fuese puesto en duda si se revelara el nombre de la esposa de Dios?Estas y otras miles de preguntas me he echo al leer los textos prohibidos, los textos apócrifos de enoc, sara, judas, la infancia de Jesús, bernabé, maria magdalena, herodes, pilatos, josé de arimatea y muchos otros que no fueron incluidos en la biblia. Esta es la historia titulada El Diablo de la Guarda. Ciertos ángeles fueron expulsados del cielo que terminaron en la tierra en forma de demonios según historias, pero nunca se dice por qué en la biblia. Satanas no es tan malo después de todo existe una historia que contare mas afondo en su debido tiempo, de una persona que fue expulsada del infierno por ser tan malvada que incluso superaba la maldad de Satanas, esto nos dice una cosa muy interesante y es que Satanas no es el ser mas malvado en la tierra, pero, ¿cómo es esto posible? Satanas no es el rey del infierno, no gobierna en la tierra, no es maldad pura, el es un guardián que rinde cuentas a dios.En job 1.6 la biblia nos dice ¨un día acudieron a presentarse delante de Jeova los hijos de dios y entre ellos Satanas, dijo Jehová a Satanas.- ¿De donde vienes?. Respondiendo Satanas a jehová dijo.- De rodear la tierra y andar por ella. Satanas es quien guarda, administra o rige en el infierno pero no es el rey, el único rey es Dios, por que el es el rey de todo, pero de alguna forma y por alguna razón Satanas fue enviado al infierno, es decir que después de la rebelión y su derrota se le encomendado una tarea, la tarea del castigador, se dice que desde entonces es Satanas el que debe castigar a todos los pecadores, el es quien debe procurar un equilibrio entre el bien y el mal por que para que un ser humano se supere debe entonces de ser sometido a ciertas pruebas o tentaciones y es ahí cuando Satanas es necesario. Aunque claro hay personas que no superan esas pruebas y entonces se ven en desdicha, por supuesto todo esto son historias.Existe una leyenda que cuenta que un monje tuvo un castigo por un delito atroz, mientras se consumia quiso dejar su legado por escrito, el libro debía contener todos los conocimientos que obtuvo durante su existencia, precisamente los que le habían costado la vida. Debía convertirse en una biblia del saber, durante la noche comprendió que jamas podría terminar la obra y desesperado empezó a rezar, pero como Dios no presto oídos a sus suplicas, mando sus oraciones al Diablo y le ofreció su alma, este acudió y pudo completar el libro hasta el final, pero en ves de cumplir con lo acordado e incluir todos los saberes del mundo, solo volcó los del mal, a lo largo de milenios el gran tentador había intentado dar sus saberes al hombre uno para el que todavía no estaban preparados y causaría su destrucción. El monje se daría cuenta de todo aquello, pero si intentaba destruir la obra su saber también se perdería, y no solo su vida, si no también su castigo habría resultado inútil, el Diablo supo que no seria capaz de hacerlo. Luego de unas semanas al abrir la celda del prisionero encontraron un libro gigantesco junto a su cadáver, los monjes que lo abrieron retrocedieron presas del horror, en una pagina se encontraba un retrato del Diablo. Lo único que pudo hacer el monje para advertir a la prosperidad mediante ese dibujo y ocultar la clave de la obra del Diablo en tres paginas del libro y ahora la cuestión es ¿ donde esta el libro? ¿quien lo tiene? de momento no lo se, ni puedo afirmar al cien por ciento la verdadera intención que dios tiene con respecto a Satanas, pero una cosa es cierta, para ser mejores debemos superar obstáculos. Los viajes y las historias que busco a lo largo de mi eterno andar se tornan escalofriantes, quizás pueda toparme de frente con este ser llamado Satanas y que me cuente su historia, por mientras seguiré por el puente de luz a mi próximo destino.

Ayer por la noche, tras un largo y cansado día, tardé poco en caer dormido bajo un edredón de plumas de ganso, viejo pero efectivo. A punto de entrar en esa fase de sueño que los médicos denominan REM, escuché en la habitación de al lado unos ruiditos suaves, repetitivos, como una hoja de papel al rasgarse. Y pensé que sería Timmy, mi pequeño y rubio hijo Timmy, que movido por el insomnio, se abría puesto a jugar con el diminuto robot que su tío Ringo, mi hermano, el friky, le regaló seis días atrás. Me senté al borde de la cama, aún adormilado, intentando sacar fuerzas para levantarme. Anduve a oscuras por el pasillo hasta su cuarto. No quería asustarlo. Terminé de abrir la puerta que siempre le dejaba entornada y allí estaba sentado, rasgando pedazos de papel de la caja donde venía envuelto el robot que su tío le había obsequiado. —Pero... ¡Oh Dios! Tuve que hacer un esfuerzo extra para abrir aún más mis ojos porque no podía creer lo que veía delante de mí. Un sueño quizá. Una maldita alucinación. O simplemente mi memoria anulada ante aquel dramático suceso donde Timmy perdió la vida y yo las ganas de vivir la mía.Allí estaba Mico, el robot, rompiendo a pedazos la caja, como hizo Timmy aquella funesta noche justo antes del accidente. Si, allí estaba Mico con su fría mirada, haciendo añicos las tiras de cartón. Su alma parecía tan rota como la mía.

Center stageSix feet underground Tunnels dug with my bare handsA place of solace and discontent Misfit, miscreant Or so they saidAs the waves crashed over meAgain and againYou thought I was down You thought I was outYou thought I was gone But this is not your roundI’m stepping upEyes high, with a deep breath“I’m not doneUntil I’m dead”Embrace the darknessEmbrace the lightBalance of life within the mindI am strongI am braveBetter than I believe No matter what they say,I fight back 10 times harder It’s my timeIt’s my turnI have the powerTo riseFrom the shadowsSemicolon sketched on my wristI wear it proudI wear it highThough my head may dropI’m heading the right way If I just keep marching onTo hell with my demons and all the restYou may have my body But you won’t have my soulNo matter what happens I’m here to stayI am alive and in controlYou thought I was down You thought I was outYou thought I was gone But this is not your roundI’m stepping upEyes high, with a deep breath“I’m not doneUntil I’m dead”Embrace the darknessEmbrace the lightBalance of life within the mindI am strongI am braveBetter than I believe No matter what they say,I fight back 10 times harder It’s my timeIt’s my turnI have the powerTo rise From the shadowsCrack my bones for another goGotta keep marching Gotta keep fightingThough I may falterThough my head may fallThis all endsWith confidence I’m not downI’m not outI’m not goneThis is my roundStepping up,Eyes forward for the knockout“I’M NOT DONE,UNTIL I’M DEAD!”Embrace the darknessEmbrace the lightBalance of life within the mindI am strongI am braveBetter than I believe No matter what they say,I fight back 10 times harder It’s my timeIt’s my turnI have the powerTo rise From the shadows

Shortly after publishing my first book For the love of my life, an autobiography; I was immediately inspired to write my first novel. I felt confident because it was something that I knew I could do. If tomorrow never comes, it was inspired by the dreams that many Dominicans defy while trying to go in yatch to Puerto Rico in search of a better quality of life.In fact, it is a story based on real events, of people who struggle day after day against the adversities of life.The title was born to me when I thought that many of us wait for something to happen to us to express gratitude or act late when it comes to the future. I would have liked to say many things to my maternal grandmother before dying in 2002. How grateful I have always been and thank her for her teachings to me. But I can only tell myself.In many Dominicans, the precarious economic situation abounds, that is why every day, is one more day of struggle and survival. As it was to Teresita, as she swore to her mother to continue and fight for the dreams she could not achieve. Undoubtedly, the experience that I lived studying things of different Dominican families in search of their dreams.

La historia que me encontré va en contra de todo lo que conocía como la verdadera historia, en la biblia se narran muchas cosas pero se omiten muchas mas, el sagrado libro nos cuenta una pequeña parte de lo que fueron los hechos, en ocasiones parece que no contara nada. El libro y su contenido a sido seleccionado a través del tiempo, sufriendo cambios, traducciones y alteraciones pero todo el contenido salio de un lugar; estoy hablando del tiempo antes del nuevo testamento, es decir cuando todos los libros no eran mas que textos ocultos y perdidos. ¿Cómo iba hacer posible que el mismo diablo fuese aliado de Dios? ¿cómo era posible que los ángeles capaces de matar y decidir él destino de una persona? ¿qué pasaría con él pueblo si el predominante patriarcado fuese puesto en duda si se revelara el nombre de la esposa de Dios?Estas y otras miles de preguntas me he echo al leer los textos prohibidos, los textos apócrifos de enoc, sara, judas, la infancia de Jesús, bernabé, maria magdalena, herodes, pilatos, josé de arimatea y muchos otros que no fueron incluidos en la biblia. Esta es la historia titulada El Diablo de la Guarda. Ciertos ángeles fueron expulsados del cielo que terminaron en la tierra en forma de demonios según historias, pero nunca se dice por qué en la biblia. Satanas no es tan malo después de todo existe una historia que contare mas afondo en su debido tiempo, de una persona que fue expulsada del infierno por ser tan malvada que incluso superaba la maldad de Satanas, esto nos dice una cosa muy interesante y es que Satanas no es el ser mas malvado en la tierra, pero, ¿cómo es esto posible? Satanas no es el rey del infierno, no gobierna en la tierra, no es maldad pura, el es un guardián que rinde cuentas a dios.En job 1.6 la biblia nos dice ¨un día acudieron a presentarse delante de Jeova los hijos de dios y entre ellos Satanas, dijo Jehová a Satanas.- ¿De donde vienes?. Respondiendo Satanas a jehová dijo.- De rodear la tierra y andar por ella. Satanas es quien guarda, administra o rige en el infierno pero no es el rey, el único rey es Dios, por que el es el rey de todo, pero de alguna forma y por alguna razón Satanas fue enviado al infierno, es decir que después de la rebelión y su derrota se le encomendado una tarea, la tarea del castigador, se dice que desde entonces es Satanas el que debe castigar a todos los pecadores, el es quien debe procurar un equilibrio entre el bien y el mal por que para que un ser humano se supere debe entonces de ser sometido a ciertas pruebas o tentaciones y es ahí cuando Satanas es necesario. Aunque claro hay personas que no superan esas pruebas y entonces se ven en desdicha, por supuesto todo esto son historias.Existe una leyenda que cuenta que un monje tuvo un castigo por un delito atroz, mientras se consumia quiso dejar su legado por escrito, el libro debía contener todos los conocimientos que obtuvo durante su existencia, precisamente los que le habían costado la vida. Debía convertirse en una biblia del saber, durante la noche comprendió que jamas podría terminar la obra y desesperado empezó a rezar, pero como Dios no presto oídos a sus suplicas, mando sus oraciones al Diablo y le ofreció su alma, este acudió y pudo completar el libro hasta el final, pero en ves de cumplir con lo acordado e incluir todos los saberes del mundo, solo volcó los del mal, a lo largo de milenios el gran tentador había intentado dar sus saberes al hombre uno para el que todavía no estaban preparados y causaría su destrucción. El monje se daría cuenta de todo aquello, pero si intentaba destruir la obra su saber también se perdería, y no solo su vida, si no también su castigo habría resultado inútil, el Diablo supo que no seria capaz de hacerlo. Luego de unas semanas al abrir la celda del prisionero encontraron un libro gigantesco junto a su cadáver, los monjes que lo abrieron retrocedieron presas del horror, en una pagina se encontraba un retrato del Diablo. Lo único que pudo hacer el monje para advertir a la prosperidad mediante ese dibujo y ocultar la clave de la obra del Diablo en tres paginas del libro y ahora la cuestión es ¿ donde esta el libro? ¿quien lo tiene? de momento no lo se, ni puedo afirmar al cien por ciento la verdadera intención que dios tiene con respecto a Satanas, pero una cosa es cierta, para ser mejores debemos superar obstáculos. Los viajes y las historias que busco a lo largo de mi eterno andar se tornan escalofriantes, quizás pueda toparme de frente con este ser llamado Satanas y que me cuente su historia, por mientras seguiré por el puente de luz a mi próximo destino.

Dos mejores amigas deben enfrentarse a la crueldad de sus familias. Separadas por una muerte, cegadas por el miedo y el rencor... Yermina y Lucacia conocerán la maldad del mundo, y el amor.Capítulo uno.En la época medieval, en un famoso reino llamado Deira, la familia real descansaba en su morada.El castillo se encontraba en silencio, excepto por las risas agudas de dos pequeñas que jugaban escondidas de todos los adultos.Yermina, la joven princesita de 12 años de edad, se divertía con su mejor amiga; Lucacia. La pequeña hija de la servidumbre del castillo.Su amistad no era muy aceptaba por las familias, pero aquellas dos niñas se querían con tanta pureza y alegría, que nadie fue capaz de separarlas.Ellas no conocían lo que eran Las Clases Sociales, ellas solo pasaban sus tardes entre bromas y muñecas vestidas con largos trajes de seda.Cuando el sol se estaba ocultando tras los paredones que rodeaban el castillo, un repentino y horroso sonido acabó con la paz en todo el lugar.— ¡Un ataque! ¡Un ataque! ¡El reino vecino nos ataca! —.Los gritos desesperados hicieron eco en las paredes de piedra, y las lágrimas y el sufrimiento inundaron los corazones de todos los habitantes de Deira.Aquella tarde, en aquel reino, justamente en ese castillo, muchas vidas fueron arrebatadas por los conflictos entre familias de la realeza.Y esa tarde, en aquel lugar, la vida de una dulce e inocente niña había sido arruinada para siempre.Los padres de Lucacia, fallecieron en el incidente.Seis años más tarde.El rencor y el odio se acentaron con firmeza en ese maltratado corazón, Lucacia lloró a mares la muerte de su única familia, y si no fuera por el apoyo de su mejor amiga, nadie sabría en qué habría terminado su vida.Era un día por la mañana, una reunión entre los integrantes de la familia noble se llevaba a cabo en el salón principal del castillo. La imponente y gruesa voz del Rey se escuchaba perfectamente en todo el lugar, y su amada esposa y amada hija, solo se dedicaban a escucharlo sin rechistar.— Hemos decidido hacer un trato con el reino vecino, para evitar nuevos conflictos y para beneficio de nuestra economía... —El silencio aturdió de alguna manera a las presentes.— Vas a casarte con Santian, el príncipe del reino Estanglia... y vivirás allá, para que la relación sea totalmente seria —.Las palabras del corpulento hombre fueron directas y sencillas. Ninguna de las dos mujeres podía oponerse a esa orden, ni madre ni hija podían acotar en contra, ni defender algún derecho que por ahí, en esa época, no existía.A pasos apurados y duros, Yermina había salido enojada de aquella habitación.— ¿¡Cómo mi padre es capaz de hacerme esto!? ¿Qué? ¿Acaso no le importa que su única hija se case con un estúpido príncipe desconocido? —.Las palabras bruscas de la joven salían sin piedad de sus labios, y su mejor amiga, solo de dedicaba a reír por el enojo de la otra.A los pocos minutos, cuando la euforia de la muchacha había bajado considerablemente, Lucacia se atrevió a preguntar.— ¿Con quién vas a casarte, Yermi? —.Y en ese momento, la princesa de largo cabello castaño entró en consciencia de qué iba a pasar con su vida. Los ojos marrones de la chica se abrieron en demasia, iba a ser separada de su familia, de su amiga, de todo lo que había hecho con su vida hasta entonces. Las primeras lágrimas de frustración cayeron ante la mirada incrédula de Lucacia, que por instinto corrió a abrazar a su hermana de corazón.— Lu... quieren que me case con... con el hijo de esos malditos. Con el príncipe estangliano —.El abrazo fue roto en el mismo segundo en que esas palabras salieron y se perdieron en el aire.Hijo. Reino. Príncipe. Estanglia. Sus padres. Muerte.Todos los recuerdos dolorosos llegaron a la mente de Lucacia de golpe, todo el rencor y todo lo que tuvo que pasar por culpa de esos se amontonó con fuerza, golpeando de forma salvaje en su cabeza, y atormentando con crueldad a su corazón.Los llamados de Yermina no llegaban a oídos de su amiga, la joven de piel tostada estaba simplemente en trance, negando en su mente todo lo que acababa de escuchar.— No es posible, Yermina. No, no podes casarte con él. ¡No podes ir a ese lugar! ¡ELLOS MATARON A MIS PADRES! A MI ÚNICA FAMILIA. NO PODES HACERME ESO —.Las manos de la princesa temblaban por el miedo, ella no quería herir a su amiga, no quería ser separada de su hogar. Intentaba hablar, articular alguna frase que tenga el suficiente sentido y los suficientes fundamentos para calmar a Lucacia, pero nada llegaba a su cabeza. Solo eran palabras sueltas, incoherentes. Se estaba desesperando poco a poco, y al ver que la ira de la otra chica no bajaba, sentía el miedo correr por sus venas; y la ansiedad carcomer su interior.— Porfavor... no te enojes, no quiero hacerlo, no quiero ese matrimonio... pero es decisión de mi padre, y por más que intente gritarle al mundo, no puedo oponerme a él... Perdóname, Lucacia —.Y no hubo más gritos, ni más temblores, ni más peleas. La amistad de años fue rota por el corazón lastimado de una joven, y las palabras ya no hicieron falta en ese momento, todo había sido dicho con la última mirada de respulsión que le dedicó Lucacia a Yermina al alejarse totalmente de ella y de su antigua vida.Los meses pasaron tortuosamente lento después de eso, la hija de los reyes fue enviada con su "futuro marido", y la pobre huérfana se dedicó a vagar por las calles del reino, en busca de algo o alguien que le devuelva todo lo que había perdido hace años.Capítulo dos.Volviendo seis años atrás, en el reino vecino, Estanglia.Tres pequeños niños corrían por los largos pasillos de un gran castillo.Alexan, príncipe de Estanglia, con su corta melena negra que rozaba sus delicados hombros, y aquel par de ojos tan radiantes color tierra.Ian, de contextura delgada, sus salvajes hebras rubias ceniza se enroscaban entre sí y cubrían con totalidad su cabeza, sus pequeños ojos eran similares a los de su amigo.Y Garique, un tierno muchachito de estatura promedio, hijo de la plebe; cabello castaño y ojos del mismo color. La sonrisa alegre del niño llegaría a calar hasta el más frío corazón.— ¡Vamos, Alexan, corre más rápido que hasta mi abuelita te alcanza! —.La voz chillona de Ian llegaba como flechas en el débil corazón del niño, que corría desesperado en un vago intento de atrapar a sus amigos.— Uh, este príncipe es muy delicadooo. ¡Más rápido, hombre! —.Esta vez las burlas llegaron por parte de Garique. Otro golpe más para el alma de Alexan, otra pequeña piedra de dolor a la pila que crecía en su interior. Otra punzada más que dolía demasiado, y no tenía explicación.— Ya... ya, chicos. No pu-puedo correr más... —Agitado, cansado, lastimado, maltratado. Alexan se detuvo en medio del pasillo, apoyando sus manos en las rodillas y dejando que el aire que tanto le hacía falta ingrese a sus pulmones en gran cantidad.Un golpe impactó en su espalda con fuerza, y después las risas inundaron todo el lugar.El heredero del trono se hizo una pequeña bolita en el suelo, más dolorido que antes, intentando calmar el ardor que se expandía por toda su espalda y que quemaba con crueldad sus pulmones.Sonrió de lado, sarcástico, burlándose también de sí mismo; y cuando al fin logró ponerse de pie, se despidió secamente de sus amigos y corrió a encerrarse en su inmensa y solitaria habitación.Recién ahí se permitió llorar.Explotar y expulsar todo lo que retenía frente a sus "mejores amigos".Abrazó una almohada blanca como las nubes y lloró, lloró como cada noche. Simplemente dejó que por un momento, el que hable sea su herido corazón.Los años también pasaron para estos tres chicos.Seis exactamente, ya a sus 18 años de edad, era el momento de que Alexan tome su puesto en el trono. Liderando el reino.La amistad de aquellos muchachos siguió igual que como empezó.Las lágrimas del adolescente hebras tierra ya casi ni se veían, pero su alma seguía dolida, acumulando poco a poco un desagradable sentimiento que con el pasar del tiempo; no podría ser contenido nunca más.Ian se volvió aún más apegado a Garique, y como mejores amigos leales que eran, se dedicaron a burlar y aislar al pobre Alexan.Pero eso al príncipe no le importó demasiado, porque la agradable noticia de que estaba comprometido llegó a sus oídos un día.El actual Rey le confirmó que se casaría con una damisella llamada Yermina Corthfuoco, del reino vecino, y que ella se mudaría a su palacio.Ansioso, estaba sumamente ansioso, jamás había visto a la muchacha, y los nervios dominaban todo su cuerpo.Expectante, bajó por las anchas escaleras del castillo cuando le avisaron sobre la llegada de la familia real. Se asomó por las inmensas puertas de madera, como un niño pequeño: curioso y feliz.Capítulo tres. La noble familia Corthfuoco llegaba a Estanglia.El carruaje real, bañado completamente en oro, era manejado por un chico de rostro infantil. De aproximadamente 16 años, vestía una camisa negra dos talles más grande la que el muchacho de cabellos negros necesitaría y unos pantalones verde musgo, sentado al frente del carruaje, manejaba con astucia y habilidad a los caballos.Una pequeña charla entre ambos jóvenes se creó en el transcurso del viaje. Al parecer, Yermina y ese chico, llamado Zalziques, tenían más cosas en común de lo que nadie habría imaginado jamás. Risas, bromas y hasta algún empujón amistoso fue visto entre los dos. No se supo exactamente cuántos minutos tardaron en llegar.La pequeña puerta del carruaje fue abierta por Zalziques, y lo primero en aparecer fue la suave tela del vestido azul oscuro de Yermina. Con unos zapatos bajos de charol, un corsét negro con diminutos diamantes y capas y capas de seda azul sobre ella, la joven princesa pisó por primera vez las tierras que la acogerían por el resto de sus días.Los ojos de tono azabache del herededo miraban con nerviosismo a la chica, sus manos temblaban, y repentinamente sintió la necesidad de correr y presentarse frente a ella, olvidando toda estúpida formalidad.Los pasos cortos y temerosos de Yermina se acercaban a la entrada del palacio, los reyes de Deira iban delante de ella, guiándola, manteniendo una especie de barrera emocional para su hija, que aún no estaba preparada para tal compromiso.Lourdes y Juan, padres de Alexan, les dieron la bienvenida a Marcela y a Gustavo. Un apretón de manos entre los hombres, dos besos en las mejillas entre las mujeres, y miradas curiosas entre los jóvenes adolescentes. Todos pasaron por los imponentes pasillos del lugar, Yermina miraba con fascinación las cosas que decoraban aquellas paredes tan exageradamente altas. Todo le parecía sorprendente, todo era tan disitnto a su casa, a su castillo. Aquellas dos señoras sí que tenían gustos distintos en lo que a decoración respecta.Tazas de té, platos de porcelana, manteles color crema, una mesa demasiado larga. Así se fue la tarde para aquellas dos familias, y así misma cayó la primera noche para la próxima reina de Estanglia.Zalziques ya había bajado todo el equipaje, y las sirvientas del Rey ya habían ordenado todas las prendas en los respectivos muebles, perchas, cajones.Para ese momento, Yermina solo se dedicaba a inspeccionar minuciosamente su nueva habitación.Una gran cama se encontraba en medio, con sábanas impresionantemente limpias y muchos almohadones decorando todo. Un tocador de madera estaba en la parte izquierda del cuarto, el gran espejo que portaba reflejó a Yermina, y por un momento su alma dejó su cuerpo. Al recordar todo lo que abandonó para estar ahí, al pensar que no conocía a nadie, y que sus padres la dejarían sola con personas malvadas que arrebataban la vida de la gente inocente. Una lágrima lastimera rodó por su pecosa mejilla, le herida de Lucacia seguía fresca, su corazón seguía llorando y ahogándose en la agonía que perder a una amiga, a su única mejor amiga, le provocó.Los golpes en la puerta de la pieza la sacaron de su ensoñación, limpió con brusquedad su rostro y giró a ver al intruso. El príncipe. Una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios, por pura cortesía.— Buenas noches, princesa. ¿Se siente a gusto con su nuevo aposento? —.Ella asintió aún sonriendo y dio un par de pasos en dirección al príncipe.— Gracias por darme la bienvenida, joven Alexan, espero que nuestra relación sea próspera y que podamos llevarnos bien —.La falsa sonrisa de la chica, y su mirada herida, casi vacía; hicieron dudar al de ebras negras. Aunque sus modales siempre iban primero y de todas formas le devolvió la sonrisa y asintió en respuesta. La charla quedó atascada en esas insignificantes palabras, y ninguno de los dos buscó sacar otro tema de conversación. El llamado de una de las mucamas alertó a los jóvenes, ya era la hora de la primera cena real entre los prometidos...De esta forma pasaron las primeras dos semanas, Yermina no tenía ánimos de conocer más al príncipe, y él, tímido y temeroso no podía entablar una charla extensa con la desdichada muchacha.La tensión era fácilmente palpable en aquel castillo, y los padres de Alexan preferían no meterse en la estancada relación de esos chicos. Como su matrimonio también había sido arreglado por las familiares nobles, ellos entendían lo extraño e incómodo que resultaba vivir con un completo desconocido.Una noche la esperanza comenzó a crecer con fuerza en el corazón del noble chico de ojos negros. Cuando mantuvo la primera charla seria con su prometida, sentados en el gran patio del palacio, mirando las hermosas estrellas en el despejado cielo. E imaginando cómo serían sus vidas si todo hubiese sido diferente.Yermina había dejado escapar un pesado suspiro y se permitió compartir un pedacito de sus dolores con él. — Hace muchos años, yo tenía una mejor amiga, su nombre es Lucacia y nuestra relación era tan fuerte que nunca pensé que se terminaría —.Otro suspiro se perdió en el aire de esa noche, y la atenta mirada de Alexan no se quiso despegar de la figura desolada de Yermina a su lado.— Siendo sincera, joven príncipe, hace un tiempo hubo un ataque a mi reino; su padre fue el culpable... y ese día se fueron muchas personas, incluyendo a los padres de mi antigua amiga —.Los labios ajenos se abrieron ante la sorpresa, no se esperaba tal declaración, había sido ignorante de las disputas familiares en las que su padre se envolvía.Y así terminó su primera conversación, dos semanas después de conocerse, seguía existiendo una pesada tensión en el ambiente.Capítulo 4.La vida en las calles no era para nada sencilla, había muchos peligros, y hasta tenías que luchar demasiado por conseguir un poco de comida al día. Pero Lucacia no se quejaba, ya que nunca había conocido en realidad lo que era "Una buena vida".La joven de piel canela se había vuelto un ser cargado de odio, y como escape a su sufrimiento, dedicó todos sus días y sus noches, a armar un escrupuloso plan.Su nueva meta, su único objetivo en la vida, sería destruir al reino que le quitó a su familia.Y en oscuros callejones, sobre viejos trapos sucios, entre maleantes y ladrones, transcurrieron los últimos meses para aquella chica.Muchas veces había dejado vagar a sus pensamientos en el recuerdo de Yermina, pero intentaba borrarlos rápido, esa traidora no tendría que haberse considerado jamás su amiga. Cada vez que el nombre de la princesa llegaba a su mente, Lucacia apretaba con fuerza sus puños, sintiéndose impotente; y maldecía en voz alta a todo lo que había sucedido con ellas, con sus padres, con toda su vida. Esa madrugada, mientras recogía sus pocas ropas y las guardaba en una cartera de tela, estuvo cien por siento consentrada en repasar cada paso de su plan..Salir del Reino sin ser vista..Atravesar el Gran Bosque, y los Lagos Gemelos Oscuros..Entrar al castillo..Matar al príncipe. Bastante improvisado, pero muy pensado a la vez, Lucacia de todas forma emprendió viaje a Estanglia.Exactamente dos horas tardó en salir del territorio deirano, tuvo que escabullirse entre guardias y piedras muy altas, apiladas una sobre la otra. Tuvo que traspasar un mullido bosque de grandes pinos, y sus danzarines pies saltaron de roca en roca para cruzar un arollo.Minuto tras minuto, el cansancio se acumulaba en sus músculos, poniéndolos tensos y esforzando su cuerpo al máximo.Segundo tras segundo, un metro nuevo se agregaba a la lista de: Pasados.Hora tras hora, el destino se acercaba a ella con lentitud y paso firme.De un momento a otro, su estómago hizo un ruido escandaloso y chistoso. Tenía hambre. Suspiró, detenerse a cazar la retrasaría.Pero, rayos, tenía que alimentarse o se desmayaría antes de siquiera llegar al territorio estangliano.Miró a los lados, buscando con suma atención algo comestible, y para su suerte; un pequeño árbol de moras violetas se encontraba a pocos metros de ella.Pasos rápidos, movimientos ansiosos, agarró con torpeza unos cuantos frutos y volvió a seguir su camino. Aún le faltaba salir del Gran Bosque y pasar los lagos. Las horas se seguían apilando con cada pie que ponía sobre el suelo, la suela de sus zapatos de cuero se hundía levemente en la tierra, sus brazos se balanceaban en conjunto a sus piernas, y la mirada encendida en ansiedad y odio adornaba sus delicados ojos.Se despidió del bosque levantando su dedo medio y sacándole la lengua a la nada misma. Pegó un pequeño saltito de alegría al ver a lo lejos la silueta del reino vecino.— Pronto nos encontraremos, príncipe Santian... —Susurró siniestra, su voz salió algo ronca y cansada, pero firme y amenazante a la vez.Los Lagos Gemelos Oscuros se posaron frente a sus ojos. Un chasquido de fastidio resonó en todo el lugar, el silencio era hasta asfixiante, y la determinación seguía aumentando en el cuerpo de la chica.Aferró mejor el bolso que cargaba y tomó dos moras, las llevó a su boca y las apretó entre sus dientes con furia.— Bueno, es una linda madrugada para navegar... —Dijo con sarcasmo. Y un tronco viejo y hueco sirvió de balza para le adulta joven. Quien también tomó una gran rama de madera seca como remo.Una vez en el primer lago, usó una parte del conocimiento que adquirió en las calles y manejó el pequeño bote con destreza.Sí, aunque parezca raro, en el Reino Deira había canales. Y si los conocías al pie de la letra, podían servirte como escape perfecto. Aunque, tenías que saber dominar aguas turbias.Unas cuantas remadas más tarde, la tranquilidad del lago fue perturbada, y el alerta de peligro se activó dentro de la muchacha.Grandes olas se interpusieron en su rango de visión, una extraña y espesa neblila tapó todo a su al rededor y los nervios inundaron el corazón de Lucacia.Un grito desgarrador resonó en toda la superficie del lago, el viento azotaba con fuerza contra el agua, y la balza de la chica se movía descontrolada.Por un segundo tuvo miedo, un miedo que quemaba todo su cuerpo y que le generaba escalofríos. Sus párpados se cerraron e inspiró profundo, erradicando cada temor y trayendo armonía a su sistema.Unas suaves palabras fueron pronunciadas, para nadie en concreto y para todo en general.— Ranny suran yamarpag —.Sus ojos se mantenían cerrados, y sus manos empezaron a moverse rozando las turbulentas aguas negras.Un grito.Una voz grave maldiciendo se esfumaba entre la bruma.Otro grito.La voz de Lucacia respondió con otra frase inentendible.Un tercer grito.Los ojos de la joven se abrieron de par en par, rojos como el mismísimo fuego, ardiendo como el mismísimo infierno.Las tormentosas olas desaparecieron repentinamente, y el viento dejó de soplar en ese mismo momento.Una sonrisa victoriosa se dibujó en sus finos labios, y siguió su camino con total tranquilad por las profundas y negras aguas del lago.El sol amenazaba con aparecer en el horizonte, escondido entre altos árboles y reflejándose en la oscura mancha negra de agua que era el primer Lago Gemelo Oscuro.Ya casi lo pasaba, ya casi llegaba, solo un poco más; necesitaba resistir solo un par de horas más y podría demostrarle al mundo de qué estaba hecha.La punta de sus dedos picaba por la ansiedad de llegar de una vez a Estanglia, y los engranes en su cabeza se movían en perfecta sincronización y velocidad.Su sueño se estaba por volver realidad, sus más oscuros deseos se estaban por cumplir ante sus ojos.Un canal conectaba ambos lagos gemelos, y la pequeña balza de Lucacia penetró aquellas alocadas aguas sin problema alguno. Las traspasó con poca dificultad y entró de una vez al segundo pozo inmenso de agua negra.— Esto fue más fácil de lo que hubiera pensado... —Susurró con desconfianza la joven con sed de venganza.Cuando sus palabras se mezclaron con la neblina que la rodeaba, un fuerte rayo hizo acto de presencia. — Mi gran bocota y yo... —Dijo con amargura, mientras golpeaba con algo de fuerza su frente y hechaba una rápida mirada a todo lo que había a su al rededor.Otro rayo, uno más fuerte y ruidoso, más temible e imponente.El tercero, que azotó contra la orilla del lago.— ¿Cómo mierda pueden caer rayos si el cielo está despejado? ¡No me molesten! —.Le gritó a las inexistentes nubes, frustrada y enojada. Se giró en su lugar y pronunció otra frase en ese idioma extraño. Su voz no se escuchaba, pero sus delgados labios se movían con rapidez y seguridad.Nuevamente, los seres malignos del lago le temieron, el aura que emanaba ese cuerpo femenino era escalofriante. Y ningún espíritu, por más protector del lago que fuese, se atrevió a interferir en los planes de aquella muchacha.Dos horas extrañamente rápidas se esfumaron entre los dedos de Lucacia, y cuando quiso volver a repasar su plan maestro, ya se encontraba en los árboles que rodeaban el castillo real de Estanglia. Sus pasos eran lentos y silenciosos, infiltrándose entre ramas y troncos frondosos, el silencio por las mañanas era demasiado tétrico en aquel Reino.Su corazón golpeaba salvajemente contra su pecho, ansioso y emocionado por lo que haría a continuación.Fue incluso más fácil de lo que alguna vez soñó el entrar al palacio, y caminar con naturalidad por esos largos pasillos con techos exageradamente altos. Sonrió al imaginar el rostro de su Ex Amiga al pasar por ahí, seguramente habría mirado todo con los ojos irradiando brillos y con una hermosa sonrisa plantada en su rostro.— No, basta Lucacia, pensá en el plan. El plan. —Susurró solo para ella, no era un buen momento para ponerse a divagar en recuerdos y amistades falsas.Al divisar una puerta de color celeste con el nombre de "Príncipe Santian" en el centro, soltó una carcajada ahogada y cubrió con rapidez su boca. No podía ser tan infantil.Negó varias veces para volver a despejarse y buscó dentro de su pequeño bolso un objeto en especial.Cuando sus dedos rozaron el delgado trozo de madera, sintió como su sangre hervía en furia y todos sus sentidos se agudizaron.Estaba a dos pasos de tocar la perilla de la puerta, estaba a dos pasos de darle un giro a su vida, estaba a dos pasos de cambiar todo y de demostrar su valentía.Era una mañana fría y húmeda, el sol recién estaba comenzando a calentar la tierra y el reino aún no había despertado de su sueño. El deprimente clima no hizo flaquear la determinación de la chica.Por contrario, ella pensó que ese tiempo era perfecto. Tan oscuro y tenebroso como había sido su vida esos últimos años. Sola, en las calles vacías, buscando un escape en lo que sea.Y lo primero que encontró, fue la magia.Había caminado por horas, pasado por entre frondosos árboles y traspadado profundos lagos, todo para llegar al Reino Estanglia.Con su varita en mano, un viejo trozo de madera que logró comprar en una tienda de las calles bajas en su reino, Lucacia penetró completamente en la habitación de Santian, poniendo en marcha el último paso de su plan.Se acercó al cuerpo del chico, quien aún dormía en su inmensa y visiblemente cómoda cama, y alzó en el aire la delgada madera.Separó sus labios, dispuesta a soltar uno de sus poderosos hechizos y así acabar de una vez por todas con la vida de ese intento de hombre, pero un ruido seco detrás suyo la sorprendió. Giró completamente su cuerpo y se quedó paralizada al ver a la figura femenina frente a ella.— Yer…mina… —El nombre salió en un lastimero susurro, el rostro de la princesa era un poema, tantas sensaciones juntas no podían ser expresadas en simples palabras. Y eso, lo supieron ambas chicas al conectar sus miradas.El traje de dormir que portaba la futura reina rozaba el suelo, y cuando los torpes pies de Yermina quisieron correr a donde se encontraba su amiga, trastabilló y cayó bruscamente sobre la alfombra de cuarto.Lucacia sintió la desesperación apoderarse de todo su ser, una sola mirada a esos ojos marrones que tanto había extrañado y su plan ya había sido totalmente frustrado. Volvió a girarse, algo temerosa de encontrarse con el príncipe despierto, pero el destino estaba de su lado en ese momento y Santian no despertó con el ruido.Escapar, lo único que había en su mente ahora era: Salir de ahí rápido.Con esa idea en su cabeza, analizó las posibilidades a su al rededor, y optando por la "mejor para sus condiciones", corrió hacia la gran ventana que daba al inmenso balcón de esa enorme casa y se lanzó; dejando que su suerte le diga qué pasaría luego.Hojas, espinas, ramas.Raspones, heridas, sangre.Sus brazos quedaron marcados por la caída, las plantas que adornaban tan inocentemente aquel jardín hirieron su piel, pero ni eso logró detenerla; y de todas formas Lucacia corrió como si su vida dependiera de ello… y de cierto modo, lo hacía.Capítulo 5.En las fronteras del bosque que rodeaba a Estanglia, un dúo de amigos merodeaba sin un destino fijo.Habían salido de campamento hace dos días, solo para valerse por si mismos en la naturaleza y para desafiar a Alexan, su ex mejor amigo.Ian iba a paso lento, esquivando los troncos viejos que pintaban el lodoso suelo y soltando algún que otro insulto en contra del príncipe de su reino. Garique solo lo observaba desde atrás, lamentando que la amistad que mantenían haya terminado de tal forma.Hacía exactamente dos meses, estos tres muchachos habían tenido una fuerte pelea. Cuando Alexan se enteró de que su prometida iría al castillo, dejó de lado a sus "mejores amigos", y estos; totalmente ofendidos por ser reemplazados de tal forma, soltaron una linda colección de barbaridades contra el morocho heredero.Así, como último recurso, habían salido a una pequeña aventura por los territorios limítrofes del reino.En otro rincón del bosque, a unos cuantos metros de ellos…Lucacia.Su cuerpo estaba débil y tembloroso, su piel estaba raspada, delatando su escape improvisado.Lucacia, con aquel hermoso y largo cabello castaño todo enmarañado, y sus ojos rojos y vidriosos; se escondía del mundo entero entre unos arbustos.Había cometido un error, un horrible, gigante y asqueroso error.Y ahora temía por su vida, ya no tenía una meta que cumplir, había fallado en su venganza y había ahogado todas sus posibilidades en el río de sus sentimientos.Impotencia, sentía demasiada impotencia.Y estaba tan adolorida, que cuando unas ramas crujeron cerca de ella, no se dignó a moverse o a intentar protegerse.Cualquier cosa sería mejor que estar ahí sola, sufriendo y llorando por lo injusta que había sido su vida hasta ahora.Una melena rubia ceniza, y unos curiosos ojos azules se asomaron entre las verdosas hojas.El tiempo paró en ese instante, y ya nada importó tanto como antes.Las orbes marrones de la muchacha temblaron ante la emoción, y la sonrisa en los labios del chico creció inconscientemente.La burbuja que se creó al rededor de esos dos jóvenes se rompió cuando Garique llamó su atención, carraspéo incómodo y miró algo cohibido la escena frente a él.— Ian… creo que deberíamos volver al reino… —Ahora, fijó sus ojos marrones en las heridas de la desconocida y siguió hablando: — Y llevémosla a ella, está lastimada —.Otro escape de último momento, una nueva decisión de la cual desconocían totalmente sus consecuencias. Garique, Ian, y la aún sin nombre Lucacia partieron de vuelta al reino.La joven asustadiza solo se dejó guiar por esos chicos, permitiéndole al mundo que la envíe donde él quiera, con quienes quiera.Caminaron el silencio por unos minutos, hasta que el rubio no soportó la tensión e intentó romper el silencio.— Oye, ¿cúal es tu nombre? —.Fue directo y sencillo, detuvo su andar y miró directamente a los ojos de la chica, esperando una respuesta.— Lucacia. Mi nombre es Lucacia… ¿ustedes son…? —.Ella también iba a sacar información, después de todo, no sabía cuánto tiempo permanecería junto a esos dos. Garique sonrió y le tendió la mano, pronunciando su nombre con un tono ronco y amigable.Lucacia se sintió protegida por un momento, cuando los brazos de Ian rodearon su espalda, en una demostración de confianza.— Oh, adoro tu nombre. Y por cierto, yo soy Ian —.Le sonrió ampliamente, y el adolorido corazón de la muchacha se enterneció un poco… solo un poco, al apreciar esos blancos y radiantes dientes, y esa mirada llena de energía y alegría que cargaba el contrario.Una media hora más tarde, la conversación había surgido sola entre los tres, y el ambiente que habían formado era tan amigable que Lucacia sentía conocerlos de toda su vida.Capítulo 6.En el Castillo Real del reino Estanglia, el heredero aún seguía dormitando en sus aposentos privados. La intensa mirada café de la joven Corthfuoco se hallaba clavaba en el cuerpo que descansaba sobre el colchón. Entre pestañeos lentos y confusos, analizaba lo que había vivido hace escasos segundos. Después del estrepitoso golpe que se dio, no supo qué sucedía realmente, y ahora; ya lúcida y bien despierta, dudaba de que el encuentro con su añorada amiga Lucacia sea real o simplemente un producto de su imaginación.Se acercó lentamente a la cama, arrastrando sus descalzos pies en el suelo, aunque no quiera admitirlo; Yermina le había tomado un intenso cariño al Príncipe Alexan. Disfrutaba de apreciar la silueta del chico al dormir, tan pacífico y hermoso. Delicado.Al mirarlo, sentía un revoltijo de sentimientos en su pecho. Una mezcla entre culpa, por sentir aprecio por el hijo del hombre que asesinó a los padres de su mejor amiga, y burbujas de chocolate caliente, porque era la primera vez que el amor golpeaba a su inexperto y torpe corazón.Los minutos pasaron rápidamente, se perdían entre los variados pensamientos de Yermina y los dulces sueños de Alexan.La mano derecha de la chica se apoyó en la cabeza de su prometido, cuando el reloj marcó exactamente las 08:00 hs. Tenía la intención de despertarlo, con una sonrisa muy leve y tímida.Y así fue.Los ojos perezosos de Alexan se abrieron, y al percibir el aroma a galletitas de chocolate y café que poseía su futura esposa, se formó una genuina sonrisa en sus labios.— Buenos días, Yermina —.Salió en forma de susurro, tranquilo, cargado de paz.— Buenos días, joven —.Respondió ella con simpleza, y alejó su mano de la cabellera contraria.Mantuvieron una pequeña plática, mientras el más alto se levantaba y se despejaba del ameno descanso.15 minutos más tarde, ambos se encontraban ubicados en la gran mesa del comedor, con sus desayunos sobre la madera brillante.La muchacha de mejillas manchadas de marrón, decidió olvidar la pequeña situación que creyó tener horas antes, mejor se mantenía centrada en su futuro esposo y en su nueva vida.— Yermina, ¿le gustaría salir a pasear por los alrededores del Castillo hoy? Podríamos recorrer las calles del reino —.La voz, entre gruesa y añiñada del Príncipe resonó en toda la habitación, y la mirada más oscura clara se clavó en él, analizando en su mente la repentina propuesta.— Me parece una excelente idea, Alexan. Ya es hora de que conozca bien el reino. Debe ocultar muchas bellezas —.Soltó una suave risa al terminar esta oración y se llevó un trozo de pastel a la boca, saboreando su gratificante desayuno.El de mechones color sombra se quedó callado unos segundos, apreciando las acciones de la contraria. Le parecía tan raro compartir esos pequeños espacios de su vida con alguien, y en especial una mujer, su prometida.Había pasado tantos años en soledad, que esto era mucho que asimilar. Su corazón se regocijaba de felicidad. Ignorando totalmente su pasado, la conexión indirecta que tenía con el pasado de su futura esposa y el futuro que les deparaba a ambos.Compartieron otros cortos diez minutos, entra que terminaban su desayuno y se apropiaban del dulce y cálido ambiente de la habitación. Yermina se levantó y tomó los platos para llevarlos a la cocina, hacerle un "pequeño favor" a la muchacha que trabajaba allí, Vanina. Sus pies desnudos se aventuraron por unas de las tantas puertas que decoraba las paredes del cuarto, sonrió en grande al ver a la chica con su bello pelo castaño en un pequeño rodete y su amigable sonrisa blanquecina. Vanina dejó todo lo que estaba haciendo y se inclinó ante su majestad.— Buenos días, Princesa Yermina, ¿qué la trae por estos lados del Castillo? —.Su aguda voz sonó fuerte y segura, a sabiendas de que la princesa era alguien con quien sí se podía tratar. Yermina dejó los respectivos objetos sucios sobre una gran mesada de mármol blanca y miró a la muchacha de rizos color tierra con otra sonrisa.— Solo te traía los platos, terminamos de desayunar con El Príncipe y quise ayudar al menos en algo —.Se acercó nuevamente a la puerta y soltó un pequeño suspiro, ansiosa.Le dedicó una mirada cómplice a Vanina y siguió hablando.— Hoy vamos a salir a caminar, ¿qué podría ponerme? ¡Estoy muy nerviosa! No pasamos mucho tiempo a solas —.Dejó que sus ojos café recorran los sectores de la habitación con nerviosismo mientras terminaba de hablar.Como respuesta, Vanina soltó una suave risa y se apoyó contra una mesa de madera que había cerca suyo, estaba amasando antes de que Yermina entrara.— Cualquier cosa que se ponga le quedará bellísima, su Alteza. No debe preocuparse por eso —.Le apoyó con un tono apacible y simpático. Yermina asintió, no muy convencida y luego de cruzar un par de palabras más, huyó a su habitación a decidir qué se pondría para su "cita".Capítulo 7.Lucacia, Ian y Garique.Con ayuda de los dos chicos, Lucacia usaba las pocas fuerzas que le quedaban en caminar por las vacías calles mañaneras del Reino Estanglia. Medio a rastras, medio a paso caracol, tardaron exactamente 15 minutos en llegar a una pequeña casa color beige que pasa desapercibida al estar oculta entre muchos pasillos y muchas casas iguales a esa.

No sabíamos cuánto tiempo más tardarían en venir a abrirnos la puerta. Cada mañana pasaba una monja por las habitaciones de toda la escuela y con gritos agrios nos sacaba de nuestro sueño y del calor de las sábanas que era lo único cálido en aquel internado. Entonces, todas las alumnas nos despedíamos de la paz y la tranquilidad para internarnos en un día lleno de obligaciones y de responsabilidades: éramos los engranajes fundamentales de aquel sistema, eso creíamos.Ese miércoles la monja no había aparecido como de costumbre. Ya se había pasado la hora de levantarse, incluso la del desayuno, y nosotras continuábamos en nuestros dormitorios. Las niñas más inquietas se habían levantado y daban vueltas por el pequeño recinto, ansiando que llegara la monja para correr hacia el comedor y zamparse el desayuno que siempre era brevísimo, como todas las comidas del pupilaje. El resto, las que como yo apreciaban el sabor del sueño y de las sábanas, aprovechaban para quedarse en esa nube cálida y esponjosa.Pasaban las horas, continuábamos allí. Ya todas de pie, vestidas, mirábamos fijamente la puerta. La hora del almuerzo había pasado y nuestros estómagos chillaban de forma descomunal. Comenzamos a gritar, pidiendo ayuda de forma desesperada. Nadie vino a socorrernos.Pasamos así todo un día. Cuando llegó la noche, volvimos a acostarnos, confundidas y muertas de hambre. No creo que ninguna haya pegado ojo esa noche. A la mañana siguiente la monja pasó por cada habitación a la hora de siempre y abrió las puertas; cuando le preguntamos qué había ocurrido nos trató como si estuviéramos desvariando.La vida afuera seguía tal cual la habíamos dejado; nadie nos había echado de menos ni se había preocupado porque pasáramos todo un día sin dar señales de vida. Entonces fui consciente de lo poco que valemos las personas cuando somos contenidas o refugiadas en instituciones.Al cabo de algunos días, convencidas de que nadie nos daría una respuesta certera y de que cada vez nos miraban de forma más extraña, decidimos dejar de cuestionar lo acontecido ese día; y aunque nunca nos explicamos qué fue lo que en verdad ocurrió, continuamos con nuestras vidas como si aquel miércoles no hubiera existido.

Dos Foto crédito: Erniel Rodriguez www.ernielrodriguez.comNací en San Francisco de Macorís. Una ciudad situada en la parte nordeste de la República Dominicana. Llegué a la vida a un barrio en donde abunda la marginación social, tal como otras partes del país. Pertenezco a una de aquellas familias con desventajas económicas. Vivo en el humilde hogar de mi abuela paterna. Se hace lo posible para mantener la supervivencia a flote. Abuela nunca da quejas algunas, de si tiene algo o no. Siempre es conforme a las ofrendas de la vida. «El Señor siempre nos acompaña, nunca nos abandona», le dice a Papi cuando él está refunfuñando cuando no tiene trabajo. En el barrio hay un poco de todo: creyentes, impíos, incrédulos y ateos. Fuera de la fe cristiana, están las personas que luchan inagotablemente en busca de una mejoría. José, mi padre, es uno de aquellos. De cariño, y por costumbre, le llamo Papi. Él es la clase de persona que tiene buena reputación en el barrio. Todos los respetamos. Es de fuerte carácter, pero a la vez, una persona carismática y servicial. Creemos en él, porque gracia a su fe reconocemos fielmente que los sueños son alcanzables.Nuestra casa está techada de zinc, dividida en dos habitaciones y una sala. Una extensión en la parte trasera que sirve de dormitorio para Tío Juan. Una pequeña cocina en el patio, también de zinc usado, sujetada por cuatros palos gruesos. Y un fogón hecho de barro, por Abuela. Un árbol de laurel que da buena sombra, cae por un lado de la cocina. Y la casa, hecha completa de débiles tablas de árbol de palmas. Por el frente, la casa está caída en un ángulo hacia la izquierda. Otras casas del mismo barrio, también cuentan del mismo estado. El sistema educativo está olvidado. Hay escuelas hechas, literalmente, de cartón. Con asientos destartalados. Y los hospitales públicos, necesitando de nuevos aparatos médicos. Construcciones pública media terminada, casas bajo un nivel de marginación olvidada y las ayudas del gobierno nunca llegan. Parece estar viviendo en un país dejado al abandono. «Salvase quien pueda», dice Abuela cuando el mundo no se mueve a nuestros alrededores. Papi es músico. En días que él no toca en fiestas, trabaja como albañil con un primo que vive en otro barrio cerca. Este oficio lo aprendió de Abuelo, el cual también vivió la música en sus mejores tiempos. Abuelo decía que era importante tener conocimientos sobre todo, porque nunca se sabía de qué uno podría sobrevivir. Papi mantiene esa frase fija en su cabeza como un tocadiscos repitiendo lo mismo. Abuelo se nos fue cuando yo estuve mas pequeño. No tengo conciencia que me ayude a traer algún recuerdo de él. Siempre le pregunto a Papi sobre cómo fue su vida. «Su pasión fue la música», es la frase que mas menciona en las conversaciones que tenemos de vez en cuando sobre Abuelo.Durante la época de los 80’s, Papi vivía su vida del mismo modo que algunos hombres del barrio: buscando una fuente de donde producir dinero. Tocaba un instrumento de percusión, junto a una agrupación de merengue típico. Comprendía que tenía la responsabilidad de Abuela, y otros que no podían sobrevivir por sí mismo en el hogar. Cuando Abuelo se fue a un lugar ignoto, Papi era más joven y emprendedor. Y fue entonces en aquellos tiempos que él asumió la responsabilidad de cuidar de nosotros. Su instrumento musical lo convirtió en el arma que utilizaba para combatir los días de progreso. Pero sin Abuelo, y ni siquiera alguien que lo adiestrara de como confrontar la vida que se le avecinaría, tomó coraje para tomar toda acción necesaria. Fue desde ese entonces que empezó a trabajar como albañil. A pesar de las desventajas económicas y sociales, Papi me contó una vez que tuvo la suerte de haber nacido en el lugar más lindo del mundo. En donde la música y el carisma de la gente, está por todos lados. Un paraíso terrenal para creer en los sueños, aunque estos no tengan oportunidad alguna de ser cumplidos. Su gran deseo siempre ha estado claro, desde que empezó a sentir amor por algo en la vida, supo que su pasión es la música. Dice que de eso estás seguro. En los años cuando Papi y yo podíamos dialogar con comprensión, me contaba sus anécdotas. Recuerdo su rostro perfectamente, de cómo sus ojos brillaban al recitarme cada pedazo de los buenos recuerdos que aún viven en él. Yo sabía que ese brillo eran las lágrimas acumuladas que no deseaban salir. Su historias me deleitaban y de la forma que la relataba, me inspiraban a ser como él. No porque las consideraba especiales, sino por su tono lleno de fe y que eran transmitida hacia mí. Papi también ve el lado bueno de la vida. Piensa que todo ser humano tiene sus problemas, unos distintos del otro. Pero en fin, todos nadamos en las mismas aguas. «El sol sale para todos», se dijo una tarde mientras reposaba bajo el árbol de laurel en el patio.―José, toma la vida con calma, en fin todos vamos a morir ―le comentó Abuela tratando de confortarlo. Pero no siempre las palabras ayudan. Ella intentó decir algo más, pero se detuvo cuando vio su rostro macilento. Papi sonrió, quizás hipócritamente. Él veía la vida transparente. Abuela mantenía aquel corazón tierno, que aún le restaba fuerza para animarlo. ―Madre, mírame. ¿Crees que en este barrio sin esperanza aún se podrá progresar?Abuela lo miró por encima del hombro, como si él valiese una moneda de un centavo. Pero no dio respuesta.―Ya ves, su mirada lo dice todo ―le comentó sin titubeo. Papi se retiró de inmediato, no quería revivir aquellos años que los sentía maldecidos por una especie de mala suerte. Y menos echárselos todos encima en un sólo día. Sentía que buscaba una prosperidad que no existía. Yo sólo escucho, tratando de entender la insistencia de Papi por mejorar su calidad de vida. A veces pienso que no se siente a gusto con la vida que tiene o simplemente maldice el lecho de ser él. No quiero hacer conclusiones inseguras, por lo menos de que quiere progresar y le gusta mucho trabajar, estoy seguro de eso. La historia de cómo Papi conoció a Mami me fascinaba. Su nombre es Mari, pero le digo Mami de cariño. Aunque antes de conocerla, Papi había tenido varias decepciones amorosas mientras trataba de encontrar su alma gemela. Sus relaciones posteriores terminaban casi siempre por lo mismo: «No ganas lo suficiente como para mantener una familia». «Si llegáramos a casarnos, ¿dónde viviríamos». Y un sin número de preguntas que les hacían sus novias cuando se estaba formalizando la relación. En parte era cierto, y no porque se tratase por falta de amor, algo que le sobraba con abundancia.La conoció un domingo de agosto, en un salón de baile, mientras tocaba su güira. Observó una hermosa joven, pensando que por fin había llegado a su vida la esperada. La fiesta estaba repleta de personas. Los que disfrutaban del baile, transpiraban todo sus cuerpos. Parecía que el calor no molestaba para bailar bajo aquella noche estrellada y húmeda. Papi tocaba su instrumento de percusión alegremente. Ella le sonreía, a la distancia. Parecía que ambos deseaban conocerse. Fue un momento mágico, como si fuese una escena sacada de una película. En ese instante, se dijo para sí mismo que había encontrado el amor nuevamente. Se sentía seguro de que ese amor pronto le correspondería. Al concluir el evento de esa noche, cuando los músicos recogían sus instrumentos y las personas se retiraban, él le hizo una pregunta a un compañero de la agrupación en un tono agitado. ―¿Conoces aquella muchacha que va saliendo allá? ―la señaló con el dedo índice.―Sí. Se llama Mari. ¿Por qué?―Curiosidad. Es la primera vez que la veo por aquí.―Cuidado amigo, que Cupido anda más loco que nunca ―ambos se rieron. Días después, una tarde calurosa, su compañero de la agrupación le pidió que lo acompañara a un velatorio. ―¿Quién murió?―José, no pregunte y acompáñame. Además, de seguro no lo conociste.El lugar estaba invadido por las almas destrozadas que lloraban el lamento de un ser que había partido. Papi se apoyó contra una pared cerca del ataúd donde velaban al difunto. Él llegó a comprender que la hora de la muerte no avisa. Que la vida se nos va en un abrir y cerrar de ojos. De repente, vio a Mari llorar con gran pesadumbre por ese ser que estaba a un paso de ella sin vida. ―¿Por qué ella llora? ―le preguntó a su compañero al aproximársele de inmediato. ―Fue su padre, Pablo. Sufría del corazón y esta mañana lo encontraron muerto sobre su cama ―sintió algo en la garganta que no le permitía salir la voz―. Fue un gran hombre, lo conocí hace algunos diez años. Siempre alegre, una persona que vale la pena recordar.Esas palabras le provocaron una amarga sensación a Papi, y sin dudar fue hacia donde ella. Le tendió los brazos y abarcó su cuerpo ofreciéndole un tierno consuelo.―Lo siento mucho Mari. En verdad sé por lo que estás pasando. Hace un tiempo perdí mi padre ―le dijo suavemente al oído. Ella lo apretó más fuerte, sin decir nada al respecto. En vez, su llanto incrementó. Papi no consideró continuar allí, ya que eso le provocaba despertar el dolor de su padre, aquel que aún dormía en él. Papi visitaba a Mari durante los días más tristes de su vida para ayudarla a superar la muerte de su padre. Ella agradecía su apoyo, pero no sentía la confianza para expresarlo. Durante un tiempo Papi repetía la misma rutina: ir a donde Mari, darle apoyo y conocerla. Salían a caminar por el barrio en algunos días. Tanto ella como él, se sentían a gusto con ambas compañía. Papi sentía tranquilidad, algo le decía que todo iba a estar bien. Ella, en cambio, le sonreía a menudo. Se dice que son las primeras señales de Cupido. No pasó mucho tiempo hasta que ambos se dieron el chance de poner en claro la relación. Y al poco tiempo, José encontró a su alma gemela. Lo primero que escuchó de Abuela fue: «tú sí que estás loco», cuando él le comentó que tenía novia. Papi sólo murmuró diciendo que sí. Abuela estaba feliz por él, y lo demostraba a su manera. Sin embargo, la sorpresa más grande le llegó un mes después.Él había llegado transpirado a casa de Mari, después de un día agotador.―Siéntate, para que no te caigas ―le dijo Mari. ―No me asustes y habla de una vez ―pero Papi ya estaba que temblaba.―Estoy embarazada ―le dijo inquieta. Bueno, para no alargar la historia, ese bebe que Mami llevaba en su vientre soy yo. Y desde ese entonces hasta la fecha de hoy, han sucedido muchas cosas. Buenas y malas, pero siempre nos hemos mantenidos juntos sin importar las altas y bajas de la vida. Mami no me trata como antes: con dulzura y afecto. Tan pronto llego de la escuela, me dice que haga las tareas escolares de inmediato. No desea que fuese como "ellos". «Debe asegurar tu futuro», me dice seguido de otras palabras que hasta difícil se me hace pronunciarlas. Me parece que a ella de vez en cuando se le olvida que aún soy un adolescente y no puedo tomar el mismo entusiasmo en llegar en donde vaga su imaginación. En cambio a Papi, él es más calmado y al menos me comprende cuando le digo que las terminaré mas tarde. Abuela no se va por ninguno de los dos bandos, me habla y me sostiene en sus brazos y me soba como si yo fuese una gallina. «Usted si que le gusta añoñar ese muchacho», le dice Mami cuando el sol le calienta fuerte el cuerpo.Los días de castigos son los peores. Una, porque se despierta la bestia que duerme en Papi, y dos porque a Mami se le afea el rostro y se convierte en una mujer cualquiera de esas que viven regañando a sus hijos. Parecemos actores, actuando bajo un guión en donde la familia vive de puro drama. Que por cierto es todo real, aunque a veces las situaciones se ponen tan adversa, que quisiera desaparecer en tales momentos. No comprendo que fue lo que hizo que ellos cambiasen conmigo. Quizás, esto sea parte del crecimiento. Y peor aún, me asustan cuando me hablan en tono de amenaza. «Te voy a dar una pela que te vas a mear en los pantalones», me dice Mami cuando ves que no le prestó atención. Ahí estaba mi mayor problema, me pregunto si en verdad literalmente ella lo van a hacer o son simplemente palabras. Pero de algo siempre estoy seguro, y es que siempre termino castigado.Tuve un mal presentimiento mientras caminaba a la escuela. El corazón estaba acelerado y llegué asustado. La respiración empezó a aumentar. Carla lloraba, mientras Celeste le daba consuelo. Ramón estaba cerca de ella, haciéndose el macho. Había jóvenes con mascarillas médicas y guantes puestos de látex. Afuera del salón de clase, se había convertido en un matadero de animales. Niños llorando a todo pulmón, casi todos petrificados de miedo. Sangre que salía de sus bocas y brazos. Agujas que penetraban las nalgas y brazos. Aparatos médicos extraños y todos los que trabajaban en nosotros, alegres. Esos rostros con la alegría serena fue la que más me preocupó. «Yunel ven, para que te chequen», me llamó Celeste a unos pasos de mí. Yo aún estaba con la mirada perdida, quedé inmóvil. «No tengas miedo, es un operativo médico», repitió insistiendo. De las dos letras, médico fue lo único que escuché y se quedó en eco. «Los médicos aquí, esto no es nada bueno», fue lo primero tenebroso que me llegó a la mente. ¬—Cierra los ojos y no voltee a ver la inyección, —me dijo una noble enfermera mientas me ponía una vacuna. Luego, pasé en donde una odontóloga o al menos eso aparentaba. Supuestamente para ponerme una linda sonrisa. No sé, pero me sentía engañado al ver los aparatos tenebrosos y de vuelta el rostro alegre. Ellos actuaban como si nada estuviese ocurriendo, pero para nosotros era el final de nuestras vidas. Algunos padres acompañaban a sus hijos, mientras que los míos trabajan para darme lo mejor. Eso siempre me decían, que sus sacrificios eran para que yo tuviese un mejor futuro. Voluntarios del barrio pasaban frascos de pastillas. Escuché a alguien decir: «son vitaminas». Y a algunos le entregaron un remedio especial, así los nombré yo. Aunque más tarde supe que eran remedios para las lombrices. Recordé los regaños de Mami y lo mucho que detesta las lombrices. Los voluntarios fueron muy amables, y sentían piedad de los que sufríamos de miedo y dolor. Para colmarnos los dolores, nos dieron dulces y refrescos supuestamente por ser niños valientes.Celeste nos explicó que el operativo médico fue organizado por la Fundación Una Sonrisa Para La Felicidad. Fundación sin fines de lucro cuyo objetivo es ayudar a todo aquél que necesite ayuda sin importar su condición económica, social o moral. Ella, bajó su rostro angelical, ocultó las lágrimas de alegría. Nunca había conocido a alguien que devotase su vida para educar a tantos niños con todo el amor del mundo. Ahí la miraba, sereno frente a esa gran persona que cuidaba de nosotros sin pedir nada a cambio. Una de las grandes personas que algún día pasará a la historia como héroes.El operativo médico no me impactó más que la cruel noticia que escuché al entrar a casa. Papi le comentaba a Mami y Abuela que iba a Santo Domingo, la capital del país a visitar un hermano que estaba enfermo. Los ojos de Mami parecían un mar en tempestad, igual a la vez cuando le dijeron que Papi estaba viéndose a escondida con Doña Lela. Una señora hermosa y con muchos encantos. Doña Lela vivió en el mismo barrio por años. Hasta que un día se fue a vivir con una hermana a otra ciudad lejana. Después de su partida, algunas mujeres especulaban que se había marchado por "traicionera". «Llevaba una vida clandestina», dijo una vez su vecino Jacinto.Mami había superado la supuesta relación entre Papi y Doña Lela. En el barrio siempre existe algo en común con los vecinos: están pendientes a todo. A mí se me aguaron los ojos, un poquito más que cuando no tienen dinero para celebrarme un cumpleaños. Abuela lo abrazó como si se tratase de marcharse y nunca regresar. ―Pronto me iré, está muy enfermo. ―Pausó, mientras todos continuábamos en silencio, la noticia estaba convincente―. La noticia me tiene atormentado, no sé que me ocurra cuando lo vea.―Bueno mi hijo, debes tener fe de que todo saldrá bien.―Mamá, solo Dios sabe lo que el futuro nos traerá ―dijo Papi exultando las palabras sabias, contagiándonos con su fe.El rostro de Papi cambió drásticamente, me imaginaba lo mucho que lo quería. Quise hacer algo, pero ¿en qué podría ayudarle? No tenía dinero, tampoco un transporte para llevarlo y acompañarlo a su dolor. O al menos darle un apoyo que en algún tiempo me lo agradecería desde el fondo de su corazón. Por un instante nos quedamos viendo, yo impotente ante la situación y él con el rostro de un ser irreconocible. Se retiró a la habitación para preparar el viaje más largo de su vida. 

Me preguntan si amo el arte, y el arte soy yo; pues como no he de amarlo si es lo que me conforma.De las ventanas del alma salen las gotas que pintan mi piel; las lágrimas que bajan por mi cuerpo, que sofocan mi alma, y ​​me llenan de deseo; esas gotas tibias bajan por mi cuerpo y dibujan en un siseo las olas del mar.En mí esta el agua, en mí esta la arena, en mí esta el verde de la selva; yo soy la naturaleza, yo soy el arte; y soy la presa.Yo soy arte; en mí resplandece el alba. Yo soy arte; soy la naturaleza, soy el aire, y soy la presa. En un va y ven el agua me lleva, y me hago una con la selva.Me preguntan si amo el arte, y el arte soy yo; pues como no he de amarlo si es lo que me conforma.Soy uno con el arte, y el arte es uno conmigo. Somos viento y somos agua, somos brisa y somos alma.

     Ese día más tarde, Maika no podía con su propio estado de inquietud. Había estado viendo televisión con su pequeña hermana, esperando impaciente el regreso de su padre, barajando en su cabeza mil maneras distintas en las que podría pedir aquello a su padre y que éste accediera sin demasiadas vueltas al asunto.      Cuando se lo contó a su madre, ella pareció encantada con la idea. Maika quería pensar que estaba feliz por ella y no por lo que aquella propuesta significaba; que ella debía irse de su casa. No que su madre fuera una mala mujer, pero a veces sus reacciones, que imprevistas e inocentes, podían ser como un duro golpe al ego y a su estado anímico.      Cuando la puerta trasera de su casa se abrió en señal de que su padre había vuelto, Maika se levantó de prisa, como un can que espera a su dueño con gran alegría, para ir a su encuentro. Aunque, definitivamente, la causa de su alegría no era el verle la cara a su padre.     —¿Qué quieres?—preguntó Ricardo sin mirarla siquiera mientras se quitaba su pesado abrigo.     Maika tuvo que morderse la lengua para no soltarle un insulto. ¿No lo veía en todo el día y ese era el saludo que obtenía de su parte? Suspiró profundamente, buscando paciencia en lo más profundo de su ser antes de decir:     —Quiero hablar contigo.     —Estoy cansado y…     —Quiero irme a estudiar—interrumpió antes de que su padre tuviera oportunidad de ignorarla como siempre hacía.     Su padre, Ricardo, detuvo su intento de sacarse las botas y levantó la vista para mirar a su hija. Entrecerró los ojos un momento sin decir absolutamente nada, pensando solamente en que quizás su hija ya se había vuelto loca por todo ese tiempo que pasaba vagando en el bosque en vez de salir con sus amigos como una persona normal.      —¿Cómo que estudiar?     —Pues sí, ir a una escuela, llevar mochila, tener maestros que me enseñen, ¿no te suena?—dijo un tanto exasperada por sentir que su padre la miraba como si le hubiera crecido otra cabeza. Sabía que era un bicho raro pero no tenía por qué mirarle de esa manera.     Ricardo pareció pensarlo un poco.     —¿Para qué quieres estudiar? Ya perdiste tres años, y si mal no recuerdo tú fuiste la que se quejó de…     —¡Sé lo que dije!—interrumpió bruscamente—Pero… Por favor, papá. Quiero intentarlo. Acabo de conocer a un tipo que está ofreciendo becas para ello, esto podría ser la oportunidad de mi vida, o la tuya en todo caso porque...     Ricardo siguió con su labor de sacarse sus botas, quitarse la chaqueta que usaba bajo el abrigo para luego encaminarse a la salita y acercarse al fuego de la chimenea. Todo eso mientras escuchaba la voz de Maika. El hombre se sentó en el largo sillón, al lado de su hija menor que parecía bastante entretenida en la televisión con una novela.     —…Y la inscripción solo costará setecientos pesos. Papá, por favor. Sabes que yo nunca te he pedido nada y justo ahora hay una oportunidad única. Piensa en que ya no estaré aquí de odiosa y no tendrás que verme y quejarte a cada rato de mí por no hacer las cosas que toda mujer hace.     Maika estaba desesperada por convencerlo. Sabía que hablar con él después de que éste saliera del trabajo tenía una enorme probabilidad de que estuviera de mal humor y le diera una negativa por respuesta y alguna clase de sermón referente a lo inútil que él creía que ella era. Pero también, en esa escasa posibilidad, podía que alguna divinidad se apiadara de ella y convenciera a su padre de decir que sí.     Maika le vio suspirar un par de veces sin quitar la mirada de la pantalla. El viejo estaba demasiado quieto como para ser bueno. Más bien no sabía qué esperar. En ese momento el hombre parecía tan estoico que no podía imaginarse lo que estaba pasando por su cabeza.      —De acuerdo.     Maika saltó en su sitio y alzó de manera graciosa sus brazos, sintiéndose emocionada. Sin embargo, luego se congeló en su sitio y miró durante unos segundos a su padre, casi como si esperara que le dijera que era una broma. Luego sonrió ampliamente y sin más salió corriendo de su casa en busca de aquel hombrecillo que le había abierto la puerta hacia su libertad.***     Para el siguiente día, Maika y sus padres se encontraban sentados frente a Carlos, mientras éste se encargaba de explicar lo mejor que podía como es que un hombre de ciudad se encontraba en un lugar tan abandonado haciendo ese tipo de ofertas.      Las cosas se sintieron un poco tensas al principio, pues Ricardo y su cara de bulldog que ve amenazado su territorio, o en éste caso, que pensaba que todo aquello era una farsa, no permitía mucho que el ambiente se relajara. Pero Maika debía dar algo de crédito al señor bajito por estar allí delante de su padre, sin dejarse amedrentar por éste.      Sin embargo, esa actitud de parte de su padre alargó demasiado una conversación que se suponía sería para dar información y aclarar dudas, y se volvió un largo interrogatorio hasta de la cosa más absurda.     Maika había sentido en varias ocasiones la mirada de su madre posarse en ella, pero la ignoraba. También había querido interferir, pero tuvo que tragarse cualquier comentario, pues podía hacer que su padre cambiara de opinión sin razón alguna, el hombre odiaba con todas sus fuerzas que le interrumpieran.     —¿Aquí mismo debemos darle el dinero de inscripción?—preguntó Ricardo con incredulidad.     El hombrecito sonrió amablemente y asintió.     Maika se preguntaba cuando se cansaría de sonreír así a un hombre tan insoportable como lo era Ricardo, pero supuso que por algo le pagaban. Tal vez tenía un sueldo muy bueno solo por ofrecer becas.     —¿Cómo sabremos que no se largará con el dinero?     —Papá—llamó Maika dejando escapar un sonido de su garganta que sonó a un quejido.     —Le aseguro que es un trato honesto, señor.      El silencio finalmente se hizo presente después de lo que a Maika le parecieron horas. Miró de su padre al hombre “no bienvenido” y viceversa.      —Sepa que no por el hecho de que seamos gente de pueblo no vamos a tomar alguna acción en contra de usted si resulta ser un estafador.     Maika quiso enterrar su cabeza en la tierra. Se sintió un tanto avergonzada por la actitud de su padre, odiaba lo ridículamente directo que podía llegar a ser. Aunque también imaginaba que a pesar de ser un viejo gruñón, era su deber cuidar a su familia de cualquier cosa que pudiera significar una amenaza, aunque más de la mitad del tiempo pensara que no la quería.     Así que contra todo pronóstico su padre pagó su inscripción y Carlos les informó que en la primera semana de enero del siguiente año, ella debía presentarse a las instalaciones para terminar el proceso. Eso la incomodó un poco, pues significaba que aún debía esperar cerca de tres meses para poder irse, aunque tampoco estaba tan mal, porque así le daría tiempo de mentalizarse que debía mudarse a la ciudad y que allá, de cierta forma tendría que rascarse con sus propias uñas.

-Pero, ¿Qué mal ha hecho este hombre?- pensaba para sus adentros el procurador romano. ¡Qué extraño..! Demasiado extraño a decir verdad. Un hombre con una carrera militar destacable en el mejor ejercito que la historia antigua haya conocido. Acostumbrado a las rudezas y crudezas de la guerra. Desalmado a la hora de ejecutar una sentencia sin piedad y sin compasión, ahora parecía estar desarmado ante la pasividad e inocencia que este hombre destilaba por todos lados. No sabía por qué, pero le resultaba difícil poder dictar la sentencia. Simplemente no quería. Podía ver la inocencia de este hombre hasta con los ojos cerrados. Podía respirarla. La escuchaba en el silencio en el que él se negaba a defenderse o a reclamar un juicio justo.¡Qué extraño! Por lo general, Pilato, jamás acostumbraba a detenerse a pensar en la posible inocencia de sus prisioneros. El solo ejecutaba su sentencia sin tantos rodeos. Una o dos pruebas, o testigos, eran suficientes para proclamar una sentencia “justa” para cualquier malhechor. Ya había vivido esto muchas veces; Los juicios, las acusaciones, el acusado, los acusadores, la sentencia y la ejecución eran parte de su vida como militar y gobernador. Sin embargo, nunca se había topado con alguien semejante a este carpintero de Nazaret, a quien todos demandaban ejecutarle de inmediato. Nunca había visto a alguien igual. Jamás se había sentido tan desarmado frente a un hombre como se sentía ahora. Los ojos del Nazareno penetraban hasta lo más profundo de su alma. Lo hacían sentirse impotente. Por eso creo que le reprocho en la cara al pasivo Mesías: -¿No sabes que tengo poder para condenarte o liberarte?-. Se sentía impotente. Asombrado. ¿Cómo era posible que un hombre pudiera callar ante las acusaciones que, hasta Pilato sabía, eran falsas? Le resultaba difícil aceptar que un hombre callara sabiéndose inocente. No tenía lógica. No para un hombre acostumbrado a defenderse de sus enemigos en el campo de batalla. La idea daba vueltas sin cesar en su cabeza. Y, por un momento, se imagino estar en las sandalias del carpintero. Golpeado. Humillado. Recibiendo los insultos de cientos de personas sedientas de su sangre inocente. Y todavía, en silencio, sin renegar de nada… Sin embargo, cuando recordó que este Nazareno en verdad era inocente, se dio cuenta de que él no podría estar en sus zapatos. Reconoció que si él estuviera en el lugar del Mesías, la gente tendría razones verdaderas para condenarlo. Pilato sabía que no sería juzgado como inocente. Su conciencia estaba llena de muertes e injusticias. Su ejecución sería justa. Su cabeza rodaría como precio por sus culpas. Y la sociedad se hubiera deshecho de un desalmado romano invasor. Esa sería la justicia que terminaría con la vida del procurador.La increíble serenidad de Jesús, había logrado desmantelar la conciencia de Pilato. Había escarbado hondo. Pilato sentía como si sus errores, culpas, y pecados más profundos, salieran a flote ante la sola presencia, serenidad, silencio, e inocencia de este carpintero Nazareno. La sola idea de ejecutar a un hombre totalmente inocente, lo hizo sentirse más digno de muerte que este Jesús de Nazaret.-Yo no veo ningún mal en Él- era su declaración. Estaba más que sorprendido. Nunca había visto tanta inocencia junta. Por un momento se sintió prisionero. Atrapado. Condenado por su propia conciencia. Y por si fuera poco, tenía que tomar una decisión dilemática. Por un lado tenía a este hombre. Inocente. Sin duda alguna. No tenía que hacer un extenso y tedioso juicio para comprobar su inocencia. Su silencio lo decía todo. A pesar de ser inocente, no haría nada por defenderse, y eso era como un dardo que se hundió en el pecho del romano y saco a flote la humanidad tan escondida de este. No quería condenarlo.Por otro, tenía una turba enardecida. Enloquecida. – ¡Dice ser Rey de los Judíos!- era la acusación. – ¡Si lo sueltas no eres amigo de Cesar!- advertían otros. Y la mayoría dijo – ¡No tenemos más rey que Cesar!-. Un pueblo encaprichado por desaparecer a un hombre a quien despreciaban por decir solamente la Verdad. -La Verdad. ¿Qué cosa es la Verdad?- preguntó incrédulo. ¿Qué cosa es lo que este hombre diría como para que todo Jerusalén quisiera mandarlo a la cruz? ¿De qué Verdad estaba hablando? ¿Cuál era la verdad que hizo posible tal odio? ¿Será acaso verdad que es un Rey? Si lo es, ¿donde están sus súbditos?¿Sera acaso en verdad este el libertador que todo Israel esperaba? Si lo es, ¿por qué no pelea? ¿Por qué en vez de organizar una revuelta y preparar un ataque al imperio romano, permite que sea insultado y acusado de cosas que nunca ha hecho y de otras totalmente absurdas? ¿El Mesías? Preguntas difíciles para alguien que nunca escuchó acerca de Dios; bueno, del Dios de los Hebreos, porque Pilato también cree en la divinidad. De hecho tiene no un solo dios, sino muchos, pero él no concibe la idea de un dios que se deje ultrajar de la peor manera. Pero, ni todos sus dioses han podido sacar de él, el sentimiento que le provoca este noble carpintero llamado Jesús de Nazaret. Si supiera…Ahora solo le quedaban las preguntas más profundas. ¿Será acaso que ellos también pudieron verse como Pilato cada vez que Jesús predicaba, y no soportaron la idea? ¿Será acaso que también ellos al ver al Mesías y al oírlo, se sentían más dignos de muerte que Él, porque sabían realmente que era inocente? ¿Será Su Verdad, la verdad de lo que somos los humanos, y de lo que realmente merecemos?Dicen que “la Verdad no peca (que verdad tan grande), pero incomoda”, y eso es precisamente lo que le paso a Pilato. Le incomodo, no la presencia de Jesús, sino lo que vio en sus ojos. Al ver a alguien totalmente inocente se sintió culpable. Encarcelado. Y creo que, si hubiese sido en otras circunstancias, y si Jesús le hubiera dicho -¡Sígueme!-, Pilato no lo hubiera dudado mucho. Pero ahora lo que más quería era dejarlo en libertad. Tal vez para no sentirse tan culpable.No así los judíos. Estos, al verse y saberse culpables, se sintieron ofendidos. Su orgullo estaba herido. ¿Quién se creía este Nazareno para decirles la verdad de lo que eran? Ellos eran doctores de la ley. Maestros de la Palabra. Cuidadores y guardas de la ley eterna de Dios. ¿Que podía saber un carpintero pobre? Y, ¿Cómo es que sabía tanto? -¡Demasiado!- dirían todos los escribas.Sin embargo, por ser víspera de la Pascua, y como un acto de “bondad” del imperio, era ya una tradición que se liberase a un prisionero. Una celda tenía que abrirse y una sentencia tenía que dictarse. Esta era la oportunidad para liberarlo. Mil razones para liberarlo, y mil y un pretextos para condenarlo. La injusticia más grande que el hombre haya cometido. Y Pilato, estoy casi seguro, que no quería ser parte de ella y mucho menos cometerla. 

Me preguntan si amo el arte, y el arte soy yo; pues como no he de amarlo si es lo que me conforma.De las ventanas del alma salen las gotas que pintan mi piel; las lágrimas que bajan por mi cuerpo, que sofocan mi alma, y ​​me llenan de deseo; esas gotas tibias bajan por mi cuerpo y dibujan en un siseo las olas del mar.En mí esta el agua, en mí esta la arena, en mí esta el verde de la selva; yo soy la naturaleza, yo soy el arte; y soy la presa.Yo soy arte; en mí resplandece el alba. Yo soy arte; soy la naturaleza, soy el aire, y soy la presa. En un va y ven el agua me lleva, y me hago una con la selva.Me preguntan si amo el arte, y el arte soy yo; pues como no he de amarlo si es lo que me conforma.Soy uno con el arte, y el arte es uno conmigo. Somos viento y somos agua, somos brisa y somos alma.

Era una noche de octubre. Mi esposo estaba por llegar cuando de repente llega un mensaje de texto a su teléfono, el cual había olvidado, diciendo:"Gracias por esta maravillosa noche, espero que te haya gustado mi disfraz de halloween. Te amo".Mis ojos se tornaron rojos y un torbellino de ideas se vinieron a mi cabeza. Estaba anonadada con la noticia, no sabía que hacer. Un bolso de mano con unas pocas cosas y un poco de tiempo de una carta junto con el celular arriba de la mesa.Al llegar, se encontró con la escena y velozmente fue a buscarme en el único lugar donde podría ser capaz de tener éxito.Comenzó a discutir en el frente de mi amiga, la furia que lo había usado, lo grande que podía haberlo matado, pero solo en los medios de comunicación vuelta y subiendo la escalera hasta llegar al cuarto de invitados.Esa noche me dejé llorar y ese producto me quedaría profundamente dormida, hasta que un sonido muy extraño me despertó. Bajé rápidamente la escalera y la vista.Fue nuevamente un pacto demoníaco, pero no era ningún pacto. Una estrella de sal es rodeada de un círculo de velas en el piso, un gran libro en el centro y ella, vestida con una túnica negra y su negro cabello suelto, recitaba una especie de oración con voz distorsionada y en otro idioma.Me desesperé y llamé al padre de la iglesia, la asistencia, la situación, el concurso, la búsqueda de agua bendita, un rosario, una cuerda y una sábana blanca, y mi pregunta sobre cómo llegar a un lugar seguro.Luego de unos minutos sonó el timbre de la casa, desesperadamente abrí para darle paso al padre. Corrimos hacia la sala donde estaba mi amiga. Tenía mucho miedo, me temblaban las piernas y en un momento me desvanecí.Una vez despierto el padre me ordenó sostenerla, envolverla en la sábana y atarla en una silla con la cuerda, también pedirle que colocara el rosario en el cuello mientras preparaba sus cosas para realizar un exorcismo.Mientras él realizaba el procedimiento, ella había estado sufriendo y luchando por su vida. Algo muy extraño fue esa noche, ella comenzó a cambiar su forma, se volvió horrible y gigante.Casi al mismo tiempo una luz comienza a ser parte del cuerpo del padre.Finalmente, aquel que mi amiga se desvaneció con el primer rayo de luz de la mañana. Afectada por eso subió las escaleras hacia la habitación de mi amiga y para mi sorpresa ella estaba allí dormida.Me refiero a su lado algo confundido, ella me abrazó y nuevamente concilié el sueño.

Everyone has an alter ego, but none as terrible as her.Do you know who is Hannah Forteza?She has a Forte Persona.

Dia 2 mediodía Los guardas no pararón ni oyerón mi voz a través del cristal. Aitor parecía dormido más bien dicho desmayado como si le hubierón dosificado anestésia o algun calmante. Le llevaban por los brazos mientras que su cabeza estaba caída hacia delante. Seguí caminando hasta una puerta  que daba acceso al mismo pasillo donde había visto a los guárdias con Aitor. Algo me decía que tenía que seguirlos pero en el suelo, algo muy pequeño como impregnado de sangre o algún líquido. Parecía una nota la recogí y dejé que mi instinto se tranquilizará y volví a mi habitación sín acabar de comer. Mis companyeros no se habían dado cuenta de nada, aquí todo el mundo parecía en su mundo. Volviendo otra vez a mi sala abrí el cofre dónde tenía mis cosas y busqué el colgante de Aitor pero no estaba, todos mis libros o cartas o notas estaban pero faltaba el colgante. No estaba revuelto ni esparcido. Empezé a buscar por toda la alcova pero sabía que alguien lo había cogido. Quizás la nota estaba dirigida  a mi o tenía pistas. Mi nombre es Flora Dust, tengo 17 años nací en New Orleans y quieren robar mi história. No sabía porque alguien tendría que apuntar sus datos, más en un hospital mental como es este. Pero quizás los capitanes tienen razón y tengamos que detener esto. La mayoría de mis recuerdos estan a medias. A si que la nota de esa chica me rompió un poco, como que aún no sabía si podía confiar en la resisténcia decicí ir al archivo de la planta superior de informaciónes psicólogicos.Previámente había cogido una jeringuilla del laboratorio por donde había pasado con los capitanes y se la inyecto directamente en el cuello al chico que hay en la puerta. Cae y pongo su targeta de identificación en el lector y sigo hacía delante. Sín ningún problema. Las cámaras no me preocupan se apagan todos los días de una a cinco de la tarde. Nada más entrar en la mesa entral veo un par de expedientes de chicos que me resultan familiares. Uno de ellos es el que ví corriendo, al parecer su nombre es Joseph Clarson defectuoso con P. No sé que singnifica pero cojó el expediente para después fotocopiarlo y que no noten su ausencia. No hay nada de Flora Dust ¡Ui,espera! Nada falsa alarma, no es nada es Florentino. Voy al pasillo donde hay un cartel con esto escrito: "D-F". Camino y busco por orden alfabético la "F".Escojo un cajón con muchos archivadores pero en especial hay uno de color negro con una "O".En todos hay efe algo pero en ninguno hay el nombre de Flora Dust. Me giré y ví a un doctor mirando hacía mi. Cogí la carpeta miré rápido nada. Me fuí corriendo hacía la salida. Oigo por mi espalda que alguien dice: "¡La sujeto W13 quiere recordar, repito quiere recordar!"Cuando íba corriendo ví algo que parecía mi nombre en un archivo pero no quisé arriesgarme a cogerlo pero ponía "con GCM DI" seguí corriendo pero la salida se cerró. Más de veinte guárdias siguiendome y yo escapando. Algo me agarrá un pie y me traga hacía abajo. Me tapa la boca con lo que parece una mano. -At....

Hoy me desperté, te busqué a mi lado, en mi cama y no logré encontrarte, observe la hora en el reloj y recordé que justo a esa hora tu me despertabas, siempre lo hacías de una forma tan particular, ya fuera con una sonrisa, con un beso en mi mejilla o con un abrazo, inclusive con un te quiero o un te amo, te acurrucabas a lado mío y comenzabas a acariciar dulcemente mi frente hasta que despertaba, siempre solías preguntarme: ¿cómo estás? Y la respuesta casi siempre era mal o triste.Me hacías sentir mejor siempre encontrabas la forma de hacerlo y te admiré por eso, inclusive con una simple palabra podías alegrar mi día de forma inmediata e insólita, eras como un sol; eras mi sol, no por lo distante que podías ser, tampoco por la pasión que solías desbordar, sino porque siempre traías luz a mi día, a mi vida.Todo era perfecto contigo, mi mundo era maravilloso; hasta que un día ese mundo comenzó a derrumbarse, cada cuadro se fue cayendo, cada detalle se fue olvidando y sin darme cuenta te perdí y fue hasta entonces que me percate que los momentos, los días son tan efímeros, y entendí que no todo en la vida son risas, felicidad y alegría como lo pensaba; sino que se tiene que pasar por pruebas, que a veces no entendemos, pero que sin duda son necesarias.Pero tal vez, quizá, sea mejor así, quizá sea mejor para mí ya no tener tu presencia aquí, porque así como podías alegrarme también me estabas entristeciendo y me hacías sufrir, aunque increíblemente eso yo no lo notaba cuando aquí estabas.- MarHern🔩

Por casualidad, reparé en el cartel en la puerta de la iglesia: «WIFI GRATIS PARA LOS POBRES». —Yo soy pobre ─pensé para mis adentros─, me vendrá bien sentarme y repasar el correo . Así que entré, y vi que hasta habían habilitado unos escritorios, donde se podían recargar las batería de móviles y portátiles. Mediante la divina luz solar, me explicaron más tarde. Pero como no llevaba el cargador, me senté en los taburetes para el rezo, y me quedé ensimismado en mi smartphone. Al rato escuché una voz, que parecía venir de todas partes.—Todo el reino de Siria dejará de existir, al igual que la ciudad de Damasco; además, las ciudades del norte, que son el orgullo de Israel, se quedarán sin murallas. Isaías, capítulo 17, versículo 3.Entonces fue cuando levanté la cabeza, y me di cuenta de que el sacerdote me miraba directamente a los ojos. Se dirigió a mí por mi nombre, y me dijo lo siguiente. —Cuéntale esto a tus amigos de Facebook. Recuérdales que no hay nada nuevo bajo el Sol, y que la historia se repite. Pero que esto no debe perturbarles. Que busquen la luz divina en sus corazones.—Pero ¿cómo...?—Al utilizar mi router me diste tus cuentas de correo, de Facebook, y de Twitter. Y he averiguado que te dedicas a la adivinación, a través de tu página web. Eso es un pecado, hijo mío. Aún así, te absuelvo in nomine Patris, et Filii, et Spiritus Sancti. Y te recomiendo que cambies todas tus contraseñas, cuando salgas de esta humilde iglesia, a la que espero que vuelvas pronto.—Un cura hacker ─pensé en voz alta─. ¡Lo que me faltaba por ver! 

El piloto espacial Jim debe hacer frente a un encargo de transporte espacial... Todo se complica cuando decide inspeccionar la carga que porta... —Bueno, ya va siendo hora de revisar la carga —le dije a mi copiloto el señor L´Ok.—¿Ahora?—Sí, ahora, ahora.—No ve que no tiene ningún sentido, señor Jim.—¿Cómo que no tiene ningún sentido? Tiene el sentido que le queramos dar.—La carga en todo caso, se inspecciona antes de partir y luego al llegar a destino, no a medio camino. Así se ha hecho toda la vida. —Bueno, es mi nave y la inspecciono cuando a mí me viene en gana.—Resulta que no es su nave, que le han contratado para realizar el transporte, solo le han contratado en calidad de piloto, tanto la carga como la nave la han puesto las personas que le han contratado.—Ya sabía yo que era mala idea contratarle a usted como copiloto, señor L´Ok.—Usted sabrá por qué me contrató. Yo he de informarle de sus obligaciones.—Bueno, ahora es tarde, no puedo coger el TUP y volver al pasado tan solo para investigar la carga.—O al futuro, claro.—Pues eso, además este es un viaje largo y con algo me he de entretener. Y creo que puedo empezar por investigar la carga. Es un hobby como cualquier otro… —Usted mismo, pero eso no le debe llevar mucho tiempo.—Veremos, quizás llevamos de carga alguna princesa alienígena.—Ese comentario es muy machista.—Es que una vez me pasó…—Ya, no hace falta que me lo explique, recuerde que me tuve que investigar toda su vida para tratar de atraparle señor Jim.—Eran otros tiempos.—Que no hace falta que me lo explique le digo. Además, que le pasara una vez, no quiere decir que siempre tenga que encontrarse con una princesa alienígena.—Las coincidencias ocurren… Recuerdo una vez…—No empiece con sus batallitas, vale, de acuerdo… Vamos a ver la carga, ande, que al final siempre se sale con la suya.—Es que hace tiempo que no rescato a ninguna princesa alienígena… Así no hay quien mantenga la fama de gran héroe galáctico y rescatador de princesas alienígenas.—Usted y sus princesas… Es más pesado que Disney…—Casi seguro que llevamos una de las princesas… Y de las gordas…—¿Ya está criticando? ¿Otra vez con sus comentarios machistas?—¿Eh? Ah… Quiero decir, de las importantes… De las de alta alcurnia…—No sé por qué opina eso.—Es que nos pagan… Digo, me pagan muy bien por hacer este transporte. Así que seguro que llevamos algo muy valioso. ¿Y ha visto la nave?, ¡que nave!—¿Como no voy a ver la nave? Si estoy dentro de ella aquí a su lado.—Bueno, no me sea literal, era una expresión. Quiero decir que… ¡Menuda nave!—Sí, ya sé, le repito que estoy aquí con usted al lado, aguantando sus tonterías. Ya he visto que esta nave es una maravilla tecnológica y un portento del progreso científico.—Pues eso… Ah, ya estamos en la bodega de carga… Ve señor L´Ok, charlando se hace más ameno el viaje.—Si usted lo dice…—Ve como tenía razón, la bodega de carga está llena de capsulas de hibernación…—Ya veo ya, le recuerdo por tercera vez, que estoy aquí a su lado viendo lo mismo que usted.—Por si acaso se había despistado. Venga vamos a ver las capsulas más de cerca.—Si se empeña.—Esto es una maravilla, quizás tengamos suerte y en vez de una princesa llevemos cientos de ellas… Esto está plagado de capsulas de hibernación… La nave se podría llamar Invernalia…—Ya veo que son muchas sí.—Imagínese, señor L´Ok, si rescato a doscientas princesas, eso seguro que hace que alcance la primera posición en el ranking de héroes galácticos…—Ya, me imagino, me imagino.—Pero… ¿Que broma es esta?—¿Qué pasa ahora señor Jim?—Parece que todas las capsulas están ocupadas por la misma persona… ¡Y es una persona que conocemos!—Eso parece…—¡Soy yo mismo!—Así es.—No le veo muy sorprendido señor L´Ok.—Bueno, es que es parte de mi plan.—¿Su plan?—Eso es. Fíjese, son varias versiones suyas, cada una un poco diferente, alguna más mayor otra más joven, alguna con un parche en el ojo, otra sin barba, otra sin pelo, etc. etc.—Ya veo ya. Pero no entiendo que significa. ¿Por qué está toda la bodega llena de versiones de mí mismo?—Yo se lo aclaro con gusto, señor Jim.—¿Ahora viene cuando me explica su malévolo plan?—Eso es.—Pero si apenas llevamos dos hojas de relato…—Bueno, usted se ha empeñado en venir a comprobar la carga… ¿Qué quiere que haga yo? Si es usted un impaciente y un chafardero.—Oiga un respeto.—Verá, todo este viaje lo he organizado yo mismo, para capturarle. Voy capturando diferentes versiones suyas, de diferentes épocas y de diferentes realidades alternativas.—Pues vaya, si ya no soporta a uno de nosotros…—Por eso los tengo dormidicos.—Pero ¿qué pretende hacer con tantas versiones mías?—He decidido retomar mi plan de realizar un suero que elimine la memoria de mis enemigos y de las personas que yo quiera, en el momento que yo quiera.—Pues vaya.—Como la anterior vez fracasé. He decidido tener más versiones suyas, para tener más cantidad de sangre suya para realizar un suero de borrado de memoria más potente y fiable.—Menuda chorrada. ¿Y para eso ha montado todo este viajecito?—Bueno, me pareció que había cierta ironía en que fuera usted mismo el encargado de ayudarme, sin saberlo, transportando todas estas versiones suyas hasta mi laboratorio.—Pues vaya…—Además, estoy ya un poco cansado de atrapar diferentes versiones suyas y he pensado atraparle de diferentes y originales maneras para no aburrirme tanto.—¿Y es necesario que esté apuntándome todo el tiempo con esa pistola señor L´Ok?—Bueno, es que ahora que conoce mi malévolo plan, no creo que quiera meterse por su propia voluntad en una de las capsulas de hibernación que aún quedan libres.—Yo todo lo que sea dormir, encantado de la vida. Pero piense que no necesita sangre mía para hacer ese suero que dice usted. Ya existen unos aparatos que hacen como un flash y te borran la mente.—No se invente cosas.—Está visto que en su planeta no ha llegado ninguna película de las de Men in Black.—No sé de qué me habla. Pero bueno, yo tengo mi fórmula para generar un suero de eliminación de memoria y es la que pienso utilizar.—Además que supongo que siempre va mejor usar remedios naturales que no extrañas máquinas.—Eso es. Bien dicho señor Jim. Ahora venga, a meterse en la capsula. Pero antes entrégueme su TUP, que no quiero que se escape como suele hacer.—Está bien, está bien.Así entré en una capsula de las que estaban sin ocupar todavía. Sabía que tardaría unos segundos en hacer efecto la capsula y caer en un profundo sueño, lo que aproveché para sacar una de mis pistolas, que por suerte L´Ok no cayó en quitarme. La disparé sobre mí mismo lo más rápido que pude antes de caer dormido. Eso hizo que empezara a encogerme, pudiendo así escapar por un minúsculo resquicio de la puerta de la capsula. En efecto, me había disparado a mí mismo con la pistola reductora. Al salir de la capsula me puse a acabar de comprobar el equipo que llevaba para enfrentarme al malvado L´Ok. Pero con cierta sorpresa comprobé que no llevaba nada más, ni ninguna pistola más ni ningún otro de mis artilugios habituales. A ver cómo me iba a enfrentar yo ahora con mi minúscula estatura al taimado L´Ok.Bueno, ya vería lo que hacía cuando lo localizara. Supuse que estaría en la cabina de control de la nave, así que me dirigí hacia ella. Hasta que me encontré con un obstáculo que no podía superar dado mi tamaño: una escalera. ¿A quién se le ocurre poner una escalera en una nave espacial? Vale, recordé entonces que cuando tenía mi tamaño normal, tan solo eran tres escalones los que formaban aquella escalera que llevaba hasta la cabina de control, pero ahora esos tres escalones me impedían avanzar. Ya podría ser aquella nave como las de la Flota estelar, que suelen tener turboascensores… Claro, que tampoco habría llegado a los botones del ascensor, ahora que lo pensaba mejor.No me quedaba más remedio que esperar, en algún momento L´Ok tendría que salir de la cabina. Para ir al baño o una vez arribado a su destino para bajarse de la nave. La escalera era metálica, por lo que pensé que no hubiera desentonado en la Nostromo. Pensando estas y otras cosas fue pasando el tiempo, hasta que oí ruidos de pasos. Y efectivamente vi que un gigantesco L´Ok empezaba a bajar por dicha escalera. Entonces aproveché la ocasión y le disparé.—Señor Jim, ¿cómo ha escapado de la cápsula?—No contaba con mi astucia, eh, señor L´Ok. Ahora ya le tengo.—Sí, ya he notado que me ha disparado con una de sus pistolas…—En efecto.—Y ahora veo que de repente la nave es enorme… Pero no ha disparado a la nave, así que, entiendo que me ha disparado con la pistola reductora.—Es usted muy listo.—¿A caso lo dudaba?—Pero lo que no sabía usted señor L´Ok es que no llevo encima la pistola agrandadora…—¿Como?—Lo que oye. Se va a quedar usted pequeñito como yo. Así que puede dar por desbaratado su maléfico plan.—Está usted mal de la chaveta.—¿A qué se refiere?—Pues que habrá desbaratado mi plan, pero usted también se va a quedar minúsculo como yo.—Detalles, detalles.—Sí, es un “pequeño” detalle. Si no tiene la pistola agrandadora, nos vamos a quedar reducidos para siempre.—A ver, déjeme pensar…—Sí, sí, por supuesto, no tengo ninguna prisa.—Ya está. Le propongo un plan alternativo señor L´Ok.—De acuerdo. Veamos ese magnífico plan suyo, que como sea como este de reducirnos de tamaño estamos apañados…—A ver, usemos el TUP que usted tiene para ver al profesor Jones.—¿Y?—Entonces usaremos la pistola agrandadora del profesor para volver a nuestro tamaño normal.—No le veo el interés a su plan. ¿Qué saco yo a cambio de transportale hasta el profesor?—Pues vuelve usted a su tamaño normal. Se lo acabo de decir señor L´Ok, que no está atento.—Pero para eso no le necesito a usted, ¿por qué le he de llevar conmigo a ver al profesor?—Bueno, a cambio no le vuelvo a disparar con la pistola reductora con la que le sigo apuntando.—Ah, ya veo, empiezo a entenderle. Pero no me acaba de convencer del todo…—Además, para hacerle más atractivo el plan, le diré al profesor que le haga un chisme de esos que le expliqué antes para borrar la memoria. Así usted consigue lo que quiere al final y todos contentos. Usted obtiene su objetivo y yo no tengo que someterme a pruebas y experimentos de los suyos.—Está bien, trato hecho. Que además ya me estaba cansando de oír sus absurdos planes.Y así, con el TUP nos transportamos al laboratorio del profesor Jones. Costó un poco que nos escuchara dado nuestro pequeño tamaño, pero al final nos vio y nos devolvió a nuestra estatura, para que le pudiéramos explicar que habíamos venido a pedirle que nos construyera un chisme de los suyos, uno que fuera capaz de borrar la memoria. Al principio no entendió para que lo queríamos, si a mí ya se me olvidaban las cosas de manera natural, pero bueno, tras mucho insistir nos lo hizo, aunque tampoco acabó de ver claro por qué habíamos ido a verle reducimos de tamaño, como era una larga y absurda historia, al final le dijimos que era para reducir el gasto energético…Así todos contentos… Una vez más, gracias a mi ingenio y los extraordinarios inventos del profesor Jones.

     Muy pocas veces en su vida había pensado en la muerte. El concepto le era bastante indiferente.     Las escasas ocasiones en las que ese hecho se había colado en su existencia, fue porque el tío de alguien falleció o el primo de un conocido o el vecino de una mujer a la que le encantaba el chisme o la abuela de algún nieto desconsiderado que sólo la veía dos veces al año. Incluso cuando se enteraba de que algún familiar cercano había pasado a mejor vida, el suceso no ocupaba, siquiera, un segundo pensamiento de su parte pues jamás fue muy cercana a su familia.     Así que, pensar en ello, jamás le había supuesto un problema.     Hasta ahora.     Maika era una chica pueblerina que había logrado ingresar a una pequeña escuela para estudiar fotografía. Lo cual significó que debió dejar su pueblo y mudarse por un tiempo a la ciudad. Lo que a su vez, significó que viviría en casa de su hermano porque su padre había sido lo suficientemente severo en ese hecho, y se había negado a dejarla ir, a no ser por esa condición. Y por último, significó que compartiría sus días junto a la esposa de su hermano, sus dos hijos, y su cuñado Mich.     No podía quejarse.     Hasta ahí todo iba bien. Incluso podía decir que estaba feliz con las primeras clases que había recibido. Pero tal vez era muy pronto para haber pensado que todo marcharía bien. Nada podía ser tan bueno, y eso debió saberlo.

La hija del presidente es secuestrada y rescatada por un grupo de fuerzas especiales comandado por la mejor agente Lauren Jauregui , una diseñadora de armas nucleares es amenazada y los agentes de fuerzas especiales tendrán que demostrar su inteligencia y destreza una vez más para rescatarla Podrá la agente Jauregui no recordar su pasado? 

Era casi media noche y los asistentes a un insólito circo gitano habían esperado el acto final que, según advertían los cirqueros, estaba a punto de empezar. El acto, al que anunciaban como el hombre de la jaula, no era más que un hombre pálido de rostro impaciente y temeroso, encerrado en una jaula metálica como si se aislara a una bestia temible.Una vez empezado el acto, las antorchas fueron apagadas y el lugar quedó bajo el dominio de la oscuridad y del aberrante, exagerado e incómodo calor de aquella noche de verano. Todos miraban al hombre y el hombre miraba a todos, creando una sensación de desesperación en el ambiente.El sudor que caía por la frente del sujeto, evidenciaba el incómodo momento por el que pasaba al intentar huir de lo que era. Se limpiaba la frente de una manera tan brusca y continua, que quienes se encontraban en ese lugar, se contagiaron del nerviosismo opresor que recorría el cuerpo del individuo, que no dejaba de mirarlos y se movía de un lado a otro en su morada; aparentaba estar fuera de su conciencia. Cada uno de los espectadores murmuraba e intentaba adivinar lo que ocurriría, o más bien lo que le ocurriría al hombre encerrado en la jaula; ese hombre que los miraba con miedo, pero no miedo hacia ellos, sino miedo a sí mismo; ese hombre que de un momento a otro cayó al suelo y se revolcaba con movimientos epilépticos.El calor del lugar, la tensión y las condiciones de la noche no ayudaban, en lo más mínimo, al deseo de controlarse y dominar ese instinto bravío que lo hacía perder su humanidad. Ahí, tirado en el suelo, conservando el ultimo hilo de cordura e incapaz de controlar los movimientos de su cuerpo, el pobre hombre sufría y temía por lo que venía después. Anhelaba evitar el dolor de la metamorfosis.El calor se fue atenuando, y la brisa venidera llegó con una tranquilidad efímera y abrumante, que fecundó el terror envolvente en los presentes de aquel mal llamado espectáculo. En la distancia, las aves nocturnas y portadoras de malos augurios, se escandalizaban y con sus cantos tétricos le daban a esa escena un toque espeluznante. Ellas sabían lo que sucedería aunque estuvieran distantes; ellas anunciaban y prevenían; ellas también sentían terror.Cuando la oscuridad de la noche fue menguada por la luz de las antorchas, que recién encendían los gitanos cirqueros, se fueron dispersando hasta que no quedó ninguno. De esta manera solo quedaron los infelices espectadores.A la llegada de la luz, un vacío de silencio invadió la reunión, e inmediatamente fue interrumpido por un estallido de gritos de asombro y pavor. Aquel hombre maldito se encontraba de pie dentro de su afligida prisión justo al frente de los presentes, pero ya no era el mismo hombre.El sujeto miraba al aire, a ningún punto fijo como si mirara fantasmas; sin embargo, eso no era lo más alarmante. Su aspecto era diferente, era otro ser, que solo con mirarlo congelaba el alma de cualquiera y causaba nauseas, porque la estampida de emociones lóbregas y sombrías que despertaban solo con verlo, revolvían el estómago de quien estuviera presenciando tan infernal criatura.Su piel brillaba y ardía como una braza, sus ojos se oscurecieron totalmente llenándose de vacío, sus uñas y dientes habían crecido y una cornamenta aún seguía creciendo en su frente.A este punto varios espectadores empezaron a caer. Uno a uno e incapaces de seguir viendo aquello, fueron abandonados por su consciencia y entraron en un desmayo profundo. Solo unos cuantos se encontraban aun mirando, perplejos e inmóviles, a la entidad que también los veía.Cuando los cuernos dejaron de crecer, el individuo empezó a caminar y sin mayor esfuerzo, abrió la puerta de la jaula, entonces salió de ella. Inexplicablemente, quienes estaban alrededor de ella quedaron paralizados, mientras el hombre rojizo, de aspecto diabólico, caminaba entre ellos, sonriendo, como si se alimentara del terror que sentían los presentes.Luego de unos pasos se detuvo junto a uno de los caídos, al que alzó fácilmente. Estando el ente de pie y sujetando al desdichado con una mano, lo alzó hasta tenerlo a la altura de su rostro, abrió la boca e inhalando profundamente, extrajo y tragó el alma de su víctima. Quienes seguían de pie, congelados y lejos de moverse, entendieron que tendrían la misma suerte y que esto era una trampa o un rito, con el único fin de alimentar al hombre de la jaula.

He used sex to solve everything.Hell,what else did he have to use? For his words didn't mean anything no more to me.Every argument ,every disagreement he would sex me and afterward it was all ok.so he thought.What he didn't know was with every stroke my soul died more and more.The love died more and more. Crack So I smiled and fixed the crack now in my mask  to hide the pain he was giving me. CrackIt was getting hard keeping my mask from cracking with glue that was my tears. I felt sometimes i was in a bubble and screaming for him to stop hurting me stop killing my love but....he didnt see me anymore i just became a body.More sex ,more kids more cheating more promises.So much so that my mask couldnt hold up any longer the crack was now visible"Are you ok?""You look upset"Was the questions from the people who saw me all the while he never asked.He still couldnt see me.Now that my mask was off, I looked tired ,i looked beaten, i looked confused and unloved.He finally saw  me with out my mask one day ..as he looked at me one final time before walking out the door and out of my life.I couldnt let no one know he left me I couldnt let no one know that it was over between us.So I put on another mask.No matter what I did the mask just wouldnt stick.I couldnt keep my mask much longer. So I just decided just to wear my face.

La hija del presidente es secuestrada y rescatada por un grupo de fuerzas especiales comandado por la mejor agente Lauren Jauregui , una diseñadora de armas nucleares es amenazada y los agentes de fuerzas especiales tendrán que demostrar su inteligencia y destreza una vez más para rescatarla Podrá la agente Jauregui no recordar su pasado? 

—Me gustaría contar contigo, en mi programa de televisión. ¿Qué te parece?—¿Que qué me parece? La televisión es indiferente al sufrimiento, insensible a la alegría. Para ella, la vida entera se reduce al ripio común de la banalidad. Guerra, asesinato o muerte, son lo mismo que botellas de cerveza. El negocio diario de la vida, es una comedia corrupta. Hasta destroza las sensaciones de tiempo y de espacio, en fracciones de segundos y repeticiones instantáneas. Es la locura. Una locura virulenta. Y todo lo que toca muere con ella. Todo. Pero yo no. No mientras pueda sentir curiosidad, placer, dolor, y amor.—Veinte mil pavos a la semana. —¿Cu... cuándo empezamos? 

   Lucía tenía las ideas muy claras. Era autosuficiente para todo. Su relación con los hombres tenía un único propósito, y cuando se levantaba ardiendo como ese día, no paraba hasta encontrar uno que saciara su sed.   Era una bonita mañana de verano. Le apetecía ir a la playa a darse un baño. Eligió una camiseta blanca de tirantes y una minifalda estampada de color claro. Hacía demasiado calor para llevar ropa interior, no la necesitaba. Metió la cartera y una toalla en la cesta y salió a la calle.    Había llegado dos días antes a ese pueblo costero y ya sabía por qué zonas buscar lo que deseaba. En el chiringuito de la playa trabajaba un mozo de muy buen ver. Solía ir en bañador todo el día, mostrando así los tatuajes que adornaban sus pectorales y bíceps. Se había fijado en él la tarde anterior cuando fue a tomar una caña. Le pareció que sería presa fácil pues su comportamiento con ella le delataba.    Se paró para alquilar una tumbona. Al verla, el chico sonrió; la recordaba. Pagó y metió de nuevo el monedero en la cesta, dejando caer uno de los tirantes de la camiseta y quedando así al descubierto gran parte de un pecho. Le dio las gracias y se dirigió a tomar un rato el sol. Miró a su alrededor y comprobó que otras mujeres hacían “top less”; ella tampoco llevaba bañador, le gustaba un bronceado integral sin marcas blancas que afeasen el cuerpo.   No dejaba de pensar en el camarero. Estaba hambrienta. Se giró hacia donde estaba él y le pilló observándola. No tenía mucho trabajo en esos momentos. Ésta era la ocasión. Se levantó y fue a por una limonada. Mientras él se la preparaba y hacía comentarios sobre el sol y el calor, Lucía analizaba el lugar. Si por ella fuera, se lo comía encima de la barra misma, pero tampoco era cuestión de armar un escándalo. Le pareció ver una puerta en la parte trasera; debía ser donde guardaban las cajas de bebidas. Podía valer.   Tomó un sorbo del vaso frío y se relamió los labios. Le miró con provocación. Él se tensó, adivinó sus intenciones. Miró a su alrededor, todo estaba en calma, no pasaría nada si dejaba el puesto unos minutos. Con un gesto, ella le señaló esa puerta. Le confirmó que era el almacén y le indicó que diera la vuelta y le esperara allí. Sirvió un par de bebidas más y tan pronto como pudo se reunió con ella.—Has tardado mucho, casi me enfrío por la espera.—Lo siento, el trabajo es el trabajo. Ahora me he tomado un descanso, pero no puedo estar mucho tiempo.—No te preocupes, vamos directos al grano.   Se acercó a ella y agarró los pechos turgentes con sus manos. Los magreó mientras intentaba besarle. Ella retiró la cara; le ofreció el cuello y recibió una lengua caliente que recorrió su piel erizándola. Le levantó la camiseta y su boca se deleitó succionando esos duros pezones. Una de sus manos descendió para retirar la falda y abrirse paso entre el vello púbico. Notó la humedad y el ardor de esa vulva famélica. Ella bajó su mano para inspeccionar esa herramienta; tenía buen ojo, estaba bien armado. Comprobó su dureza y vio que no necesitaba más caricias. Entonces se dio la vuelta y alzó la falda, ofreciéndole su sexo. Él tomó el miembro y lo dirigió para entrar en ella con una ligera embestida. La cogió por las caderas y comenzó a apagar ese fuego que les estaba quemando a los dos. El orgasmo final no tardó en llegar y él expulsó su jugo en el suelo lleno de arena.   Tras unos minutos de reposo, ella se adecentó la ropa y plantándole un fuerte beso en la boca, abandonó el lugar. Fue a recoger sus cosas y regresó al apartamento. Se sentía mejor ahora, pero sabía que por la noche tendría que salir de caza de nuevo. En la discoteca de esa misma calle había un Dj que no estaba mal…