@Becca_Blume
He tratado de leer todos los libros que puedo. Es increíble como tu mente es capaz de imaginar todas esas historias y transportarte hasta lugares inimaginables. Espero un día poder escribir mi propio libro y publicarlo.
Oct 12, 2019 Chapter 6
Alcanzar el sueño le fue demasiado complicado, y cuando finalmente lo consiguió, este fue ligero, del tipo en el que los ojos permanecen cerrados por la necesidad de obtener descanso pero el cuerpo parece demasiado despierto y capaz de percibir todo a su alrededor.
La mañana del día de…
Sábado 5:54 am
Era demasiado temprano. Podía sentir la frustración colándose en su sistema de esa manera en la que la hacía sentir como una niña pequeña que quería llorar porque no podía conseguir lo que quería, y es que realmente no había logrado descansar. Estaba segura que se pondría a patalear en cualquier momento por no poder ignorar todos los sonidos del exterior y no poder alcanzar nuevamente el mundo de los sueños. Su cuerpo y su mente estaban bastantes despiertos como para saber que el día había comenzado y que pronto Diana se levantaría para alistarse e ir a trabajar. Aun así, siguió tratando de engañarse un poco y seguir con sus ojos cerrados.
Su mente y sus sentidos demasiado activos como para seguir ignorando su entorno, fue capaz de percibir los movimientos de Diana en la otra habitación; podía hacerse una imagen mental por los ligeros sonidos que hacía, podía verla removiendo la cobija para salir de la cama y luego acomodándola nuevamente para que los niños no se despertaran por la temperatura tan fría de esa mañana. La imaginaba poniendo sus sandalias por el ligero siseo que fue capaz de escuchar, y luego dirigiendo sus pasos hacia la puerta. Oyó el ligero clic de la puerta al botar el seguro, el suave rechinido que soltó al ser abierta como si también se estuviera quejando de ser removida a una hora tan temprana, y después, sobresalió su voz pronunciando el nombre de Mich. No pasó demasiado tiempo cuando la escuchó nuevamente llamándolo. Y luego una vez más. Y luego otra. Y otra. Su voz fue en aumento hasta convertirse en varios gritos desesperados.
Maika sintió una corriente fría recorrer su cuerpo, y a su estómago apretarse como si sus intestinos se hubieran hecho nudo. Un pensamiento instantáneo apareció en su mente: Está muerto. Era un hecho que parecía muy claro en su cabeza. Está muerto. ¿Qué puedo hacer? Él ya está muerto. Levantarme no va hacer ninguna diferencia y quiero seguir durmiendo. Quiero dormir. Quiero dormir. Quiero dormir. La secuencia de sus pensamientos fue rota por un último grito que llevaba su nombre.
—¡MAIKA!
Sus ojos se abrieron abruptamente entonces y la realidad le golpeó en seco. Se puso de pie de un salto y corrió fuera del cuarto para encontrarse con la escena más perturbadora de su vida. Su corazón se saltó un latido, para luego comenzar a latir de manera frenética. El aire se volvió escaso y un enorme nudo se formó en su garganta mientras sus manos comenzaban a temblar.
Su cuerpo estaba retorcido de una extraña manera, como si en medio de la noche él hubiera intentado levantarse pero no lo hubiera logrado. Parecía como si se hubiera recargado a la pared con cansancio y poco a poco se hubiera ido desvaneciendo hasta quedar en una posición imposible de lograr de encontrarse vivo. Y a un lado, Diana seguía gritando dolorosamente, sacudiendo el cuerpo inmóvil de Mich, esperando que reaccionara.
Maika se quedó clavada en su sitio sin saber qué hacer realmente. Miraba a un punto fijo en la pared tras Diana, sin ser capaz de ver el cadáver del que alguna vez fue su amigo. Maika estaba segura de que esa, era la escena más trágica que había tenido la desgracia de ver. Definitivamente no era la misma ver violencia y muerte en una película llena de efectos especiales que en la vida real. Lo único en lo que podía pensar, es en que algo se había ido del cuerpo de su amigo, dejando solo un cascarón vacío. Lo que hacía que él estuviera vivo se había ido y no volvería jamás. No volvería jamás. Maika se sintió terriblemente pequeña e inútil, se sintió como nada al concluir que ni siquiera su propia vida estaba en su pleno control.
A pesar de saber que él ya estaba muerto, Maika dijo lo primero que se le ocurrió.
—Recuéstalo—sus labios se movieron por sí solos y no había sido consciente de lo que quería decir. Tal vez solo lo había pensado, pero la respuesta que recibió le hizo saber que lo había dicho en voz alta.
—No lo puedo—dijo la voz temblorosa de Diana mientras tiraba una y otra vez de Mich—. Ayúdame.
Se movió despacio, como si mover su propio cuerpo le costara horrores, y de la misma manera, tomó el brazo de Mich para tirar de él y ayudar a Diana a colocarlo boca arriba.
Su piel se erizó ante el contacto con la frialdad del cuerpo sin vida. Sus manos comenzaron a titubear y temblar impidiéndole moverse de manera correcta. Luego de conseguir acomodarlo de manera correcta y soltarlo, tragó saliva ruidosamente y se alejó en dirección contraria para ir dónde sus sobrinos e impedirles salir y ver aquello que acababa de perturbar su mente, su cordura, su alma. Se abrazó a ellos y poco a poco los hizo subir a la cama mientras con voz entrecortada les cantaba algo para así mantenerlos tranquilos lo más que podía, pues los gritos desgarradores de su madre se escuchaban claramente del otro lado de la puerta.
—¿Mi tío se murió?—preguntó de pronto el mayor de sus sobrinos con voz pequeñita y con unos ojos asustadizos.
Maika se detuvo. Un nudo se formó de manera violenta en su garganta y sus ojos se humedecieron. ¿Qué rayos le decía a un niño en esa situación? Sin duda no podía disfrazar la realidad.
—Sí—Musitó en respuesta—. A él ya no lo vamos a ver.
Brandon levantó su cabecita y la miró fijamente.
—Tengo miedo.
—No lo tengas.
—Yo no me quiero morir.
¡Qué carajos! ¿cómo se suponía que debía tomarse aquello? ¿qué se supone que debería decir? Ella nunca había sido la indicada para consolar a nadie, mucho menos a un niño que, al parecer, entendía perfectamente con una simpleza devastadora lo que estaba sucediendo.
—No lo harás—dijo Maika, abrazando al niño aun más fuerte.
La última vez que lo vio, le habían colocado una cobija encima que dejaba al descubierto parte de sus pies y su cabeza.
Dios, Maika se sentía terrible al tener que pasar cerca de un muerto y más al saber que se trataba de Mich. Según los paramédicos, él había sufrido un infarto mientras dormía. Se comprobó que la hora a la que fue encontrado muerto eran las seis treinta de la mañana, pero el suceso fue entre las cuatro y las cinco, así que eso quería decir que había pasado más de una hora allí.
Maika no tuvo demasiado tiempo para procesarlo.
Cuando Aaron volvió, habló discretamente con ella, preguntándole si en algún momento había sido capaz de sentir cuando los ronquidos de Mich cesaron. Su respuesta fue “no.” Maika no se había dado cuenta de la falta de ese “sonido,” ¿cómo podría? Y de haberlo hecho, ¿cambiaría en algo lo que había pasado? Eso no podría responderlo, nadie podría, pero al parecer, Diana se sentía culpable por lo sucedido.
Lo siguiente que Maika supo, fue que se habían llevado el cuerpo horas más tarde. Ella había estado cuidando de sus sobrinos en casa de una de las vecinas porque se había visto incapaz de permanecer dentro de la casa de su hermano junto al cadáver de Mich, además de que no quería que sus sobrinos estuvieran presentes junto al cuerpo. Maika podía sentir la tensión en su cuerpo como si estuviera a punto de explotar. El tiempo fue relativamente lento en lo que su hermano se hacía cargo de todo lo necesario para el funeral, así que literalmente, Maika estuvo completamente sola intentando no romperse, manteniendo su mente ocupada en solo cuidar de los niños que no podían ser atendidos por su madre en ese momento tan difícil.
Las cosas se complicaron cuando tuvieron que dar la noticia a los padres de Mich. Maika no quería imaginar lo que sería tener que dar una noticia de ese tipo. En su vida, pocas personas habían muerto que eran relativamente cercana a ella, pero eso jamás le había causado tal impacto. Mich había sido un buen amigo de la infancia y sin duda, pensar en que ya no podría verlo nuevamente resultaba bastante perturbador.
Sábado 5:00 pm
El pequeño patio de la casa comenzaba a verse invadido por varios familiares y conocidos. Maika había ignorado lo más que podía cada vez que alguien aparecía para dar el pésame y los llantos y sollozos llegaban a sus oídos. Se sentía enferma. No quería estar ahí.
Estaba sentada en una banca cerca de la calle, cuando su celular sonó. Extrañada, miró el número desconocido que aparecía en la pantalla antes de contestar.
—¿Hola?
—Buenas tardes, estoy buscando a Diana.
Su mirada se desvió instintivamente hacia su cuñada, la cual estaba abrazada de dos mujeres que supuso eran sus parientes. Pasó el nudo que de nueva cuenta se había formado en su garganta y carraspeó antes de responder.
—Ella… No puede atenderte… ¿quién eres?
—Soy Alba, me enteré de lo que sucedió, ¿es verdad?
Había escuchado ese nombre antes. Si no se equivocaba, se trataba de la jefa de Mich. Él le había hablado de ella en varias ocasiones y siempre había sido para quejarse, así que no tenía una opinión muy buena sobre esa mujer. Por lo que, cuando la escuchó hacer aquella pregunta de esa manera tan… insolente… sintió una increíble molestia clavarse en su pecho.
—Sí—respondió Maika bruscamente sin poder evitarlo—, sí, Michel falleció.
La línea permaneció en silencio por un inquietante segundo.
—Oh, lo lamento.
—Gracias—masculló Maika, mirando a todos lados, sintiéndose incómoda. Deseaba gritarle a esa mujer que era una hipócrita; ¿con qué descaro se atrevía a cuestionar la muerte de Mich como si se tratara de una broma? Agradecía que la hubiera llamado a ella y no a Diana, estaba segura que quizás ella no habría soportado escuchar la frialdad y la indiferencia en la voz de Alba.
Maika colgó. No tenía caso tratar de mantener una conversación decente cuando claramente no había sinceridad en las palabras ajenas.
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@escritorezequiel
Ezequiel Jiménez nació en San Francisco de Macorís, República Dominicana, en 1981. Su niñez y parte de su adolescencia transcurrieron en Las Guáranas, un pueblo de su región natal. Más tarde, cuando contaba catorce años de edad, emigró a los Estados Unidos.
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